Por: Francisco Diez-Canseco Távara
Luego del allanamiento de la casa de Susana Villarán por su presunta recepción de 3 millones de dólares de Odebrecht y de la condena y encarcelamiento de Lula en Brasil por 12 años por otro delito de similar cuantía, poco o nada es lo que puede decir la izquierda marxista latinoamericana respecto a la corrupción imperante en sus más altas esferas.
Tal es el caso de Maduro y su cúpula vinculada al narcotráfico: se estima que la hija del difunto Hugo Chávez es la mujer más rica de Venezuela mientras el propio Maduro tiene un avión privado decorado por un famoso decorador europeo.
Y poco se puede agregar sobre Fidel Castro cuya fortuna, según Forbes, era del orden de 900 millones de dólares y entre cuyas excentricidades, según fuentes cubanas, se encuentra la de haber enviado un avión de la Fuerza Aérea Cubana a Canadá para recoger cisnes que fueron a decorar la laguna de su mansión privada en La Habana.
Todo ello mientras un médico en Cuba gana 10 dólares al mes y la población vive bajo un control policial y del subsidio estatal.
Según Lord Acton, el poder corrompe pero el poder absoluto corrompe absolutamente. En el caso de la izquierda marxista, desde el poder absoluto ha originado los regímenes totalitarios más despiadados en la historia de la humanidad -como el de Stalin- y jamás ha logrado éxito en los objetivos a través de los cuales ha pretendido justificar sus acciones.
No tienen, en consecuencia, base moral quienes sostienen que la corrupción existente en el Perú es consecuencia del modelo liberal y que la forma de librarnos de ella es mediante el establecimiento de un régimen socialista al estilo de Cuba o Maduro.
Es necesario desnudar a esa seudo izquierda corrupta para que no siga vendiendo su sebo de culebra ideológico a una juventud que ya no cree en los partidos políticos tradicionales y que, por contrario, se encuentra a la búsqueda de opciones honestas y con vocación de cambio.