Iván Torres la Torre
Como si el país estuviera en una bonanza, en un incremento de sus capacidades productivas o como si tuviéramos una sobreproducción de horas hombre en las fábricas, en las industrias, esta vez, y una vez más, tenemos que parar Lima y Callao por la famosa cumbre de las Américas, sin reparar en las pérdidas de toda índole que se genera al país con este tipo de medidas, como si de la famosa cumbre salieran temas para el hombre de a pie.
Fiel al estilo de esta columna, les podemos narrar lo que pasará el viernes 13 y sábado 14 de los corrientes durante la realización de la cumbre de las Américas: Despliegue diplomático para la recepción de los altos dignatarios que arriben al grupo aéreo No.8; gran despliegue policial por las desiertas calles de Lima, primeras palabras de los máximos representantes de los países invitados, estrechón de manos con nuestro flamante presidente y las principales autoridades peruanas, despliegue solitario de lujosísimos autos presidenciales al centro de convenciones de la cumbre de las Américas.
Seguramente, llamará la atención una vez más, del auto del presidente norteamericano, denominado “la bestia” y nos dirán que este auto blindado resiste ataques biológicos ¡ja jaja!. Nos difundirán los debates o las “ponencias magistrales” que darán los “altísimos dignatarios” en diversos temas, los preferidos serán “lucha contra la pobreza” y la “desnutrición infantil”, “protección del medio ambiente”, “inclusión social”, “liberalidades arancelarias para el comercio entre los países miembros de la cumbres.
El tema Venezuela no dejará de faltar definitivamente y al final de la jornada del sábado 14, luego de una sarta de palabreos irrelevantes e intrascendentes para el gran pueblo latinoamericano, vendrá la foto “oficial” donde cada uno pondrá su mejor sonrisa, la V de victoria con la mano y quizá algún selfie infaltable en este tipo de eventos. Eso será la cumbre de las Américas.
Si bien es cierto todo este tipo de eventos son importantes, también es menos cierto que no hay que limpiarle las calles a los “altísimos dignatarios” para que se muevan con “comodidad” y “seguridad”. Sería interesante que alguna vez escuchen al pueblo, que vean como se mueve una determinada ciudad cuando es sede de estos eventos y los señores llegan.
Sería importante que escuchen el hambre y la necesidad de la gente; que vean a los niños de Lima en los cruceros peatonales, explotados por la ignorancia y pobreza de sus padres, que vean a los campesinos del ande peruano pidiendo limosnas en la gran capital, que vean nuestro mototaxis, el caos vehicular; pues solo así comprenderían lo que es América y sus desigualdades e injusticias y solo así pensarían en América una y grande. Hasta la próxima semana.
(*) Abogado