Por: Omar Chehade / Hace pocos días el presidente Martín Vizcarra, a propósito de la terrible pandemia que sufre el Perú y el mundo, señaló que: “nadie se salvará, tarde o temprano todos estaremos infectados”. Pocas veces se ha visto que un líder inspire a su pueblo, depresión, desánimo y desaliento. En 1940, cuando Inglaterra era bombardeada por la estupenda Fuerza Aérea alemana al mando del Mariscal nazi Hermann Goering, y se avizoraba el desastre en la infraestructura y población de Londres, el primer ministro británico Winston Churchill prometía a su pueblo: “sangre, sudor y lágrimas” para remontar la guerra y finalmente defenderse del feroz ataque enemigo. La consecuencia de tan elocuente discurso, fue que todo el pueblo acompañó a su líder hasta consumar la victoria el 07 de mayo de 1945, fecha en que el almirante alemán Doenitz, luego del suicidio de Hitler en el Bunker berlinés, capituló ante las fuerzas aliadas. En Perú hace 140 años, en la Guerra del Pacífico, antes de la batalla de Arica, y ante los emisarios chilenos que exigían la rendición de nuestro ejército, el coronel Francisco Bolognesi, se negó expresando “que no se rendirían hasta quemar el último cartucho”. Luego fue elevado a la categoría de héroe, tanto así, que cada 07 de junio se le rinde homenaje patrio siendo esa fecha el día de la bandera. En el caso de Miguel Grau, sucedió algo parecido hasta luchar en desventaja en el monitor Huáscar ofrendando su vida. Sin embargo, eso no parece importarle al presidente Vizcarra, tan mediano en su “liderazgo”, como decía, José Ingenieros en su monumental obra: “El hombre mediocre”. Por eso el domingo la población de Arequipa, lejos de recibirlo entre aplausos como se podría recibir al médico salvador, al sacerdote que cura el alma de las miserias, o al abogado que construye la solución para abrirte las puertas de la prisión y liberarte, el presidente Vizcarra fue abucheado y hasta insultado por una población que ve a una persona inepta, que lejos de ser la solución es parte del problema, y que de paso ya tiró la esponja con la famosa frase: “sálvese quien pueda”. Nos preguntamos entonces: ¿De qué sirvió la cuarentena estricta que nos mantuvo 110 días confinados en casa? ¿De qué sirvió tanto sacrificio de 30 millones de peruanos sin ir a trabajar durante esos meses? Este año el Perú decrecerá menos 12%. Nos imaginamos que con esto, el gobierno de Vizcarra ganó tiempo para tapar la inacción gubernamental de los dos años anteriores de su gestión, que no invirtieron en salud. Prometió construir 80 hospitales, pero no hizo ninguno. No solo eso, los que había los mantenía en una situación calamitosa, despreocupándose de los médicos. Después del desastre de la guerra con Chile, el reconstructor, don Nicolás de Piérola, antes de cumplir lo que ofreció, había dicho: “Para un pueblo que tiene fe y resolución de salvarse, jamás podrá existir situación que pueda llamarse desesperada, la nuestra dista de serlo, pero aun cuando lo fuese, los hombres de corazón solo sucumben luchando”.
(*) Ex Vicepresidente y Congresista de la República