Por: Jorge B. Hugo Álvarez / “He Aquí mi Doctrina/ He Aquí mi Pasión/ He Aquí mi amor por el Perú”. No puedo amar a mi país sin admitir como cuestión de Estado la unidad Continental de América del Sur, convertida en una gran Nación con varios sistemas. Un sueño anhelado que debe ser tratado sin simplificaciones dogmáticas, porque presenta aristas difíciles de superar que nos obligaría en emplear a fondo un razonamiento utilitarista de grandes conveniencias y tratativas para los intereses de nuestros pueblos.
Nuestros Estados nacionales se deben subsumir en el vocablo América que no es patrimonio único y exclusivo del norte, también lo es del sur. Por eso, nuestras Naciones deben seguir sus propias rutas de integración continental, más cercana a los intereses y conveniencias del Sur de América que a los intereses del Norte. No obstante, la conectividad de conveniencias mutuas estas debe estar fundada en el Derecho.
Esta unión americana de Estados del Sur de América debe constituir el ideal racional con una estrategia geopolítica tantas veces querida, pensada, soñada valorada y frustrada al mismo tiempo. Esta vieja promesa de los espíritu libres del americano del Sur por su unión política, económica y administrativa, es un imperativo de la hora presente si queremos la grandeza y la prosperidad de nuestros pueblos.
Este proyecto mantendrá a América del Sur en la vanguardia del pensamiento geopolítico en el Continente americano. La acción política para tornar nuestras naciones su vieja grandeza y gloria del sueño americano del sur por convertirse en una superpotencia en lo económico, social, político, administrativo y militar es una cuestión de supervivencia racional, de seguridad y prosperidad americana.
El mantenimiento de la unidad y cohesión de las Naciones del Sur es fundamental en la configuración de un nuevo orden multipolar fundada en la relaciones de derechos de los Estados libres y no en el imperativo de la fuerza.
Debe pesar, en lo esencial, la opinión americana del sur sobre cualquier asunto global que comprometa la paz mundial y el orden racional de las cosas del mundo civilizado. No es descabellado sospechar que divididos y débiles somos presas fáciles de otros bloques continentales que bien pueden imponernos intereses contrapuestos a los nuestros.
Solo el poderío de una confederación de naciones controla a otra confederación. La unión de los Estados de América del Sur es una cuestión de seguridad continental. A partir de ella se deben plantear y discutir abiertamente los problemas internacionales que favorece la solución pacífica de los conflictos.
La existencia de una plataforma supranacional de discusión vale para que los pueblos se acostumbren gradualmente a la idea que los interese nacionales debe ser defendidos mediante las negociaciones pertinentes y no por la fuerza bruta.
Seguiremos….
(*) Abogado penalista – analista político
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