Por: Federico Prieto Celi / El Covid-19 ha puesto de actualidad el hecho de que las autoridades de salud y de seguridad social en salud no están atendiendo -como esperan los enfermos- males endémicos como la tuberculosis, el dengue, la uta, la verruga, entre otras enfermedades corrientes en el país.
El punto de partida debe estar en los Puestos de Salud, cuya atención sea pagada por el Ministerio de Economía, si los pacientes no tienen seguro; o por EsSalud, si son trabajadores asegurados. Un convenio entre el Minsa y EsSalud permitiría que cualquier habitante acuda a un Puesto de Salud y sea atendido, bajo el supuesto de que la consulta será cubierta por la entidad responsable, como queda dicho.
El secreto para que la gente vaya al Puesto de Salud y no directamente a un hospital central está en que el Puesto de Salud funcione muy bien. Porque la tendencia ha sido a reducir las prestaciones, señalar dónde debe tratarse, y extender una receta para que compre con su plata el primer medicamento de urgencia. Casi como una mesa de partes.
Corresponde al Ministerio de Salud, como entidad rectora del sector, renovar los protocolos de los Puestos de Salud, para que los directores de esos establecimientos exijan al personal que brinden toda la atención posible. Tiene que dar medicamentos gratis. Tiene que hacer una consulta propia de un médico de medicina interna, identificar el mal y tratarlo. Debe fijar qué especialistas debe tener un puesto de salud, para que atienda al enfermo de esa especialidad. Que el paciente sienta que lo han atendido y lo han empezado curar.
No puede ser que un médico diga al paciente: eso no lo puedo hacer yo, vaya a un hospital, cuando el paciente es consciente que sí lo puede hacer no solamente ese médico sino un técnico o un enfermero. Tengo la experiencia. Tampoco es solución pedir una ambulancia-el enfermo debe pagarlo-, enviar al paciente a un hospital y pasar así el problema a las urgencias o emergencias del susodicho hospital.
Estamos viviendo un tiempo en el que el Tesoro Púbico tiene las arcas llenas pero el Poder Ejecutivo tiene miedo de gastar. Esa es la verdad. Pero si un ejecutivo no es capaz de invertir en la salud del pueblo, que renuncie. Al presidente le ponen un discurso en la mano; al ministro le dan cuadros sobre número de atendidos. Pero los enfermos saben que los podían haber atendido mejor y no lo han hecho. Sale claramente defraudado; no vuelve.
Aparte de haber ejercido el periodismo por 55 años, he trabajado ocho años en la actual Superintendencia de Salud, cuando era la SEPS, de la que fui intendente general el último año; y he formado parte del Consejo Superior de EsSalud, en representación de la mediana y pequeña empresa durante un año. Conozco un poco el sector. Por más señas, soy hijo, nieto y bisnieto de médicos: Aprecio el trabajo de los profesionales de la salud.
(*) Periodista y analista político