Por: Ántero Flores Aráoz
Con la elección del nuevo Congreso, la proclamación de sus integrantes, la instalación del mismo, la existencia de la Junta Preparatoria y la elección de la Mesa Directiva del Parlamento, hay dudas que es conveniente aclarar.
Algunos creen que el Congreso estará presidido por el parlamentario de mayor votación. Error, la Mesa Directiva del Congreso se elige, pero previamente a ello existe una Junta Preparatoria que conduce la elección de la Mesa.
La Junta Preparatoria no se elige, es presidida por el congresista más votado de la lista más votada y lo acompañan dos secretarios, esto es el parlamentario de mayor edad y el de menos edad de todo el nuevo Congreso.
Como tiene que elegirse la Mesa Directiva las listas de candidatos se presentan con 24 horas de anticipación y para ser elegida se requiere el voto de la mayoría simple de los congresistas concurrentes.
Algunos de los congresistas con más predicamento de los grupos parlamentarios más significativos se sienten con derecho a asumir la Presidencia, pero como para ello se requiere de mayoría de votos y en el actual Congreso nadie la tiene, inexorablemente se tiene que concertar para presentar las candidaturas.
Se alzan voces que reclaman que la Presidencia del Congreso debe recaer en algún parlamentario del Partido que llevó a la Presidencia de la República al señor Pedro Castillo, dando como razón que así se contribuirá a la gobernabilidad del país.
Otras voces señalan que debería presidir el Congreso algún parlamentario que sea de otros grupos, no necesariamente afines al que preside el Poder Ejecutivo. Su raciocinio es que somos una Democracia representativa y que nuestro país, siendo República, la integran tres poderes, como son el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, y entre ellos debe haber balance con pesos y contrapesos, con mutuos controles.
Es perfectamente legítimo que quien asumirá el Gobierno Central pretenda tener la cooperación de su bancada y, si ella, como en el presente caso no es mayoritaria, tendría que concertar para obtener la deseada mayoría.
Igual legitimidad tiene la pretensión de grupos políticos no afines al Ejecutivo, de presidir e integrar la Mesa Directiva del Congreso, más cuando el Plan de Gobierno e Ideario del Partido que fue proclamado como ganador tiene expresiones que no se condicen con nuestra Democracia y modelo constitucional.
Lo que hoy estamos viviendo nos debería inclinar a optar por una Mesa Directiva Congresal que haga realidad los pesos y contrapesos que el país requiere, evitando la concentración del poder que puede llevar a abusos y autoritarismo.
Hay que recordar que los congresistas no están sujetos a mandato imperativo, es decir que nadie los manda y si los manda, no están obligados a obedecer, pues su lealtad es con el Perú y su Constitución que juraron cumplir.
Cierto es que el Ejecutivo tiene la posibilidad de conseguir adhesiones parlamentarias con promesas de puestos en la Administración Pública, como también ejecución de obras en las circunscripciones electorales de las que provienen los congresistas, por lo cual la ciudadanía debe estar atenta para que no se utilicen tales malas artes.