El Rey de Marruecos Mohammed VI afirmó la necesidad de dedicar mayor cuidado e interés a los países africanos menos desarrollados miembros de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI), con el fin de poder afrontar los diversos desafíos que afectan su proceso de desarrollo.
“En virtud de la pertenencia del Reino de Marruecos al continente africano y de los arraigados vínculos humanos y espirituales que caracterizan sus relaciones con sus países hermanos, queremos afirmar la necesidad de dedicar a los países africanos menos desarrollados, miembros de nuestra organización, mayor cuidado e interés, con el fin de poder afrontar los diversos desafíos que afectan su proceso de desarrollo”, subrayó el Soberano en un discurso dirigido a la 15ª Cumbre de la OCI, que se celebra los días 4 y 5 de mayo en Banjul, en la República de Gambia.
En este discurso, que fue leído por el ministro de Habices y Asuntos Islámicos, Ahmed Toufiq, el Rey indicó que estos países son particularmente objeto de crecientes amenazas a su seguridad energética y alimentaria, así como a su crecimiento económico, lo que incide negativamente en su estabilidad y conduce al agravamiento de sus condiciones sociales y económicas.
Convencido de la importancia que reviste la cooperación Sur-Sur, el Soberano recordó el lanzamiento de la Iniciativa de los Estados del África Atlántica, en tanto que proceso de una cooperación africana, cuyos objetivos finales radican en una consolidación de los lazos de cooperación e integración entre los países africanos ribereños del Océano Atlántico, con miras a consolidar la paz, la estabilidad y la prosperidad compartida en la región.
“También anunciamos el lanzamiento de una iniciativa a escala internacional con el objetivo de permitir a los países del Sahel acceder al Océano Atlántico”, prosiguió Mohammed VI, añadiendo que, por otra parte, el proyecto del Gasoducto Marruecos-Nigeria, se inspira del mismo espíritu de solidaridad, ya que constituye un proyecto de integración regional y de despegue económico conjunto, además de impulsar la dinámica de desarrollo en el litoral atlántico.
Recalcó que esta cumbre islámica se celebra en un momento en que varias regiones del mundo islámico se hallan todavía bajo el peso de tensiones político-militares y de disturbios securitarios, que afectan negativamente las condiciones de vida en muchos de los Estados miembros de la organización, especialmente entre los africanos.
“Nuestra organización y sus instituciones especializadas están llamadas a redoblar sus esfuerzos e iniciativas dirigidas a dichos países, en el seno de un espíritu de fraternidad, solidaridad y sinergia entre los musulmanes, así como a beneficiarse colectivamente de los programas y planes de desarrollo que se aprueben en nuestras cumbres y reuniones”, insistió el Rey.
Estimó que “la ampliación de los horizontes de la acción islámica común y el aprovechamiento de las potencialidades nacionales de nuestros países, requiere una evaluación realista y constructiva de los mecanismos de implementación del programa de trabajo de nuestra organización, así como mejorar el marco jurídico, con miras a su adecuación, para responder a las necesidades de nuestras sociedades en los ámbitos de la inversión y el comercio, permitiendo así a los sectores productivos la deseada integración y complementariedad económica”.
Subrayó que los países de la OCI no se hallan inmunes contra lo que sucede a su alrededor, ya que son enormes los retos que deben afrontar, por tratarse de una nueva generación de crisis mundiales, tanto en lo económico, como en lo político, securitario, medioambiental y sanitario.
En este marco, el Rey llamó los miembros de la Organización a adaptarse a la permanente inestabilidad que caracteriza la economía global, a causa de la presión ejercida sobre las cadenas mundiales de suministro, resultante de las guerras y de las amenazas que penden sobre las rutas del transporte marítimo.
Mohammed VI recordó, por otra parte, que la OCI vio la luz hace 55 años en el Reino de Marruecos, y que los fundadores no tuvieron en mente la creación de una organización religiosa, sino que el proyecto emanó de la convicción de propagar las enseñanzas de una honorable religión, con valores humanos y universales como forma de movilizar las voluntades y hacer oír la voz del Islam, para conseguir una verdadera solidaridad efectiva y práctica, haciendo realidad las ambiciones de nuestros pueblos de alcanzar la paz, el desarrollo y el bienestar colectivo y permanente.