Por: Martín Valdivia Rodríguez
Siempre se dijo que la economía de nuestro país marchaba por cuerda separada respecto a los vaivenes sociales o políticos que coyunturalmente enfrenta y, al parecer, esta premisa se cumple a rajatabla pese a nuestros gobernantes y a nuestros políticos de turno. Esta situación muy difícil de entender, lo resaltó ayer en una interesante nota el diario argentino La Nación, señalando en su titular lo siguiente: “Paradoja. El «milagro económico» de Perú, inmune a las recurrentes tormentas políticas”.
Y arranca diciendo que “en Perú es difícil saber si los presidentes terminarán sus mandatos o si el mes próximo estarán en la cárcel. Lo mismo con los miembros del Congreso. Los presidentes son declarados «incapaces» y las Legislaturas son «disueltas». Pero ese estado de situación contrasta con la firmeza de la economía, un foco de envidia para América Latina”.
Hasta allí la entrada del artículo, pintando de cuerpo entero una situación real que, valgan verdades, nos provoca vergüenza ajena. Sin embargo, remata el párrafo diciendo que “somos la envidia de América Latina” por la firmeza de nuestra economía. Una realidad compleja de entender para muchos observadores internacionales que no se explican esta aparente incompatibilidad.
Incluso ayer, el Perú reportó el riesgo país más bajo de Latinoamérica – 1.10 puntos porcentuales – según el banco de inversión JP Morgan, seguido de Colombia (1.89 puntos) y México (2.15 puntos). Y esta medición surge luego de todo el alboroto vivido la semana pasada entre el Ejecutivo y el Legislativo. El riesgo país es un indicador que nos señala el grado de probabilidad de que un país incumpla con sus obligaciones en moneda extranjera. De su calificación depende, en gran medida, la inversión extranjera directa a cada nación y en consecuencia su desarrollo económico y social.
¿Cómo podemos explicar esta aparente contradicción? Ya lo dijimos en un artículo pasado: un Banco Central de Reserva sólido, independiente y continuo; economía abierta al mundo, tratados de Libre Comercio, disciplina fiscal y equilibrio macroeconómico. Todo ello confluye para que tengamos una de las economías más sólidas de la región.
Pese a ello, debemos hacer un esfuerzo supremo por superar nuestras taras políticas y enfrentar la realidad a través del diálogo y la convivencia democrática robusta y saludable, pues no siempre la economía se comportará así si nos empecinamos en destrozar el país. Todo tiene un aguante y eso lo saben también los economistas. No echemos a la borda lo que tantos años de sacrificio nos costó a todos los peruanos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.