Edith Lagos, poetisa senderista que murió sin entrar en combate

Otro capítulo de la guerra interna sobre jóvenes enrolados a Sendero Luminoso, seducidos por una prédica de solución de las injusticias y desigualdades sociales en el Perú

por | Sep 18, 2021 | Especiales

Otro capítulo de la guerra interna sobre jóvenes enrolados a Sendero Luminoso, seducidos por una prédica de solución de las injusticias y desigualdades sociales en el Perú

Otro tópico polémico de la guerra interna que vivió el país entre 1980 y 2000 es el sacrificio doloroso de jóvenes peruanos inmolados bajo la bandera de la organización subversiva “Sendero Luminoso”, a la que se sumaron seducidos por una prédica de solución de las injusticias y desigualdades sociales. Entre ellos se incluyó Edith Lagos Saéz, “la poeta guerrillera” como lo llaman en la actualidad los ayacuchanos.

Sus familiares guardan su producción poética como un tesoro de valor incalculable, en espera que se amainen los tiempos del terror y sea reivindicada por “martirologio en aras de la justicia social”, por sus composiciones notables, entre ellas algunas admonitorias de su muerte. Ellos creen que cuando esto se produzca, Edith Lagos será reconocida como poeta, antes que como terrorista, leamos uno sus poemas:

Yerba salvaje, puro perfume/ Te suplico seguir mi camino/ Serás mi bálsamo y mi tragedia,/mi perfume y mi gloria./ Serás el amigo que florece sobre mi tumba/ Allí, deja que la montaña me cubra,/deja que los cielos me respondan./En la piedra, todo quedará grabado.

Norma Lagos, su hermana, ha testimoniado que Edith, nacida el 8 de noviembre de 1962 y fallecida antes de cumplir los 20 años,  desde niña expresaba su solidaridad con la gente que vivían en la extrema pobreza en Ayacucho y rechazaba las injusticias que veía a su alrededor.

Quería ser monja

“Luego de hacer la primera comunión dijo a la familia de su determinación de ser monja, pero mis padres no querían perderla e hicieron todo lo posible para que haga una carrera en Lima, en la U. San Martín, a la que ingresó y luego abandonó”, narró.

Una investigación en los diarios de la época, que se guardan en la Biblioteca Nacional, ha permitido concluir que Lagos, contra los ríos de tinta usados para insistir en lo contrario, no llegó a participar en ningún atentado terrorista armado, y el día de su muerte, el 3 de setiembre de 1982 se hallaban integrando por primera vez una columna militar de Sendero Luminosa, la que sin entrar en combate fue sorprendida y abatida por una unidad de la exGuardia Republicana.

El país entero vivía el inicio de las acciones armadas de Sendero Luminoso, a las que aún no se sumaban las FFAA para combatirlas, lo que se produciría el 30 de diciembre de ese año, como consecuencia del asalto al penal de Huamanga, ejecutado apenas meses antes de ese año.

El presidente Fernando Belaunde decidió el 30 de diciembre el ingreso de las Fuerzas Armadas a Ayacucho para combatir la subversión y encomendó al Ejército el control político y militar de las once provincias de Ayacucho.

Fuga masiva de penal

El asalto al penal de Huamanga resultó una victoria militar de Sendero Luminoso, pues consiguió poner en libertad a cerca de 300 reos, entre ellos a unos 70 subversivos, incluida Edith Lagos, pero con el alto costo de 10 atacantes muertos, entre ellos el médico ayacuchano, Raúl Matta, y dos efectivos de la guardia republicana.

Al día siguiente, se añadirían otros 3 jóvenes senderistas, victimados por guardias republicanos en sus camas del Hospital de Huamanga, donde se hallaban lesionados luego de haber participado tres días antes en un motín de reos, en el marco de un plan de un primer asalto senderista al penal, que fracasó y dio lugar a un segundo ataque coronado con el éxito el dos de marzo.

Los senderistas ejecutados en el Hospital fueron: Jimmy Rousell Wensjoe (26), Carlos Vidal Alcántara Chávez (26) y Amilcar Vicente Urbay Ovalle (19). Por la forma de sus muertes hubo una protesta nacional, y el propio gobierno reconoció que se trató de un exceso policial, aunque nunca se sancionó a los responsables.

Única detención

Lagos, en el lapso de 1979 hasta 1982 en que fue liberada luego del asalto al penal de Huamanga, era conocida como una poetisa rebelde por la producción de poemas cargados de emoción social y activista de la agitación estudiantil promovida por los nacientes núcleos juveniles senderistas, produciéndose su primera y única detención el 24 de diciembre de 1980.

Al ser intervenida por la policía, había sido señalada como sospechosa de haber participado en la detonación de artefactos explosivos en entidades bancarias. Los policías la detuvieron cuando se dirigía a participar en un concurso de baile por Navidad promovido por empresarios, entre ellos su padre, para reunir fondos destinados a favorecer con la Navidad a niños pobres.

Fue trasladada a Lima para ser interrogada por Seguridad de Estado y luego retornada al penal de Ayacucho, sin imaginar que su liberación se produciría dos años después por un espectacular asalto de columnas senderistas. Tampoco imaginó que luego tendría que pasar a la clandestinidad para entrenarse militarmente y que sería fulminada sin haber entrado en combate.

Capturada viva

El diario “El País” de España, en un informe de su corresponsal fechado el 14 septiembre de 1982 que cubrió sus exequias, refrendó que Lagos murió sin haber entrado en combate y más aún hizo suyas las versiones que circulaban en Ayacucho, de que fue capturada viva con su novio y ejecutada luego por sus captores, y remitiéndose a fuentes forenses, aseguró que estos dictaminaron que murió por disparos hechos a boca de jarro.

Su cadáver fue entregado a sus familiares por decisión del propio presidente Belaunde, luego de anular una decisión de las autoridades militares ayacuchanas que se negaba a hacerlo, lo que fue elogiado por la revista Oiga, cuyo director Paco Igartua dijo que no entregarlo hubiera sido “un grave error político”.

Sus exequias reunieron un cortejo de más de 10 mil personas, su cuerpo fue vestido con uniforme verde olivo y una boina roja que nunca usó en vida y tuvo una misa oficiada nada menos que por el obispo de Ayacucho, monseñor Maximiliano Prado.

Misa de despedida

Sus amigos y compañeros de estudios de la secundaria leyeron un poema premonitorio de la propia Lagos sobre su muerte:

Allí: que la montaña me cobije/ que el río me conteste/la pampa arda,/ el remolino vuelva, el camino descanse/ ¿Y la piedra?…/ La piedra lápida eterna será en ella/grabado,/¡todo quedará!

Y este otro poema donde visualiza el entorno social del que forma parte: Si la vida, es la rítmica palpitación/ de los corazones./ ¿Por qué la mía palpita tan aprisa?/ Es que el dolor golpea al corazón/ tan hondamente que es necesario/ correr los latidos antes del dolor./Vida, grito, dolor, corazón,/tantas cosas…!


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