Un 53,7% de la población en Líbano es muy vulnerable.
Los cedros en Líbano simbolizan una vida que resiste. Se elevan como montañas que se clavan en las nubes y cuya sombra se refleja en la orilla del Mediterráneo. Son árboles milenarios que han sobrevivido a interminables guerras. Soportan la sequía pues requieren escasa agua, sin embargo, el verde que desprenden por el momento no disimula la sed que en dichos instantes viven los libaneses. Un 53,7% no posee asegurado la entrada a agua potable o la que recibe no es de calidad, según los últimos datos de Unicef.
Y el caso podría agravarse, de la misma forma que advirtió en un informe el pasado agosto: bastante más de 4 millones de individuos, integrados un millón de refugiados, estaban en peligro inmediato de perder la entrada al agua potable en el territorio de Oriente. A pesar de los esfuerzos por aprovisionar de las empresas mundiales para surtir a la población, mencionan, sus temores de colapso inminente del sistema público de abastecimiento se mantienen.
Cada domingo por la mañana Mrad Mrad acude a una fuente potable en una instalación de agua pública. Tiene 62 años y habita en Aamchit, una pequeña urbe en el municipio de Byblos de la gobernación de Keserwan-Jbeil, a unos 40 kilómetros al norte de Beirut, la ciudad más importante libanesa. Aparca el carro y espera con paciencia su momento. En el transporte lleva 2 decenas de garrafas de 5 litros. Llena una tras otra. “Parece que uno no termina jamás y que es imposible rellenarlas todas”, exclama tímidamente al sentirse visto.
Su vivienda se oculta en el corazón de la montaña. “Vivo a 5 kilómetros de aquí. Semanalmente, vengo a por agua para mis hijos y para mí”, incorpora Mrad. Comparte que se ha quedado viudo hace 10 meses. Su dama murió gracias a un cáncer de páncreas. Todos los ahorros parientes los invirtieron para luchar, sin triunfo, contra la patología. “Antes la comprábamos embotellada, sin embargo, ahora no nos lo tenemos la posibilidad de permitir. Los costos han subido mucho y nuestra moneda ya no posee el costo que tenía”, explica.
El precio del agua embotellada en Líbano se ha disparado en menos de 2 años. Mrad atestigua que previamente una botella le costaba 1.000 libras, poco menos de un euro, en lo que ahora cuesta 5 veces más. La moneda local ha perdido el 90% de su costo.
La subida de los costos se debería además a los esfuerzos de las organizaciones para generar agua en un territorio que sufre una crisis sin antecedentes, que ha llevado a un crecimiento importante del coste de la gasolina y el diésel. El Banco Mundial explica el caso de la nación de los cedros como una de las crisis más graves que el planeta ha conocido a partir del siglo XIX.