Por: Federico Prieto Celi / Loreto es importante para el Perú. Sus habitantes tienen el mérito de haber querido ser peruanos, a pesar de los pesares. Los líos médicos de estos días reflejan el desdén burocrático frente a Iquitos y el papel subsidiario de la solidaridad de la jerarquía eclesiástica católica, que asumió el papel que había dejado abandonado el gobierno en general y el ministerio de Salud en particular.
Martín Vizcarra ha demostrado tener reflejos para enviar el avión presidencial a Iquitos. Más vale tarde que nunca. Así ha subsanado parcialmente el desinterés por una región que merece el mejor trato posible del gobierno central. Territorialmente es la región más extensa, aunque demográficamente su población lo sea menos. Pero cada habitante de la nación merece la misma atención de las autoridades políticas. Tanto más cuanto que aislamiento hace difícil acercarse a su capital, Iquitos.
Al noreste del país, es la zona amazónica peruana por excelencia, con límites externos con Ecuador, Colombia y Brasil, e internos con Ucayali, San Martín y Amazonas. Tiene 368 852 km², el 28% del territorio peruano. Y, con 2,4 hab/km², es la segunda región menos densamente poblada, por delante de Madre de Dios. En Loreto se unen los ríos Marañón y el Ucayali y nace el curso principal del río Amazonas.
“El territorio loretano cuenta con más de un millón de habitantes (2012), inicialmente fue poblado por sucesivas oleadas de grupos indígenas errantes. Durante la Colonia, pocas misiones tuvieron éxito en formar algunas poblaciones permanentes. A fines del siglo XIX, la explosión de la Fiebre del Caucho produjo súbitas fortunas en manos de los caucheros y la forzada esclavitud de cientos de indígenas; durante este periodo se exploraron los ríos de la selva y se consolidó la ciudad de Iquitos, capital departamental desde la escisión del Departamento de San Martín en 1897”.
“Loreto es también la región peruana más diversa en etnias y lenguas indígenas. Las lenguas aún empleadas en la región están aisladas (urarina, taushiro y ticuna); y alberga cinco familias de lenguas endémicas (las familias cahuapana, huitoto, peba-yagua, tucano y záparo). Muchas otras variedades lingüísticas han desaparecido recientemente, como el muniche” (Gooble).
El conocimiento de los tres siglos de virreinato peruano y dos de vida republicana nos recuerdan que Loreto debe modernizarse y desarrollarse lo más posible, una vez que termine la pandemia del coronavirus. En el subconsciente colectivo tenemos el sur como la zona más pobre: Madre de Dios, Puno, Apurímac, Huancavelica… Es cierto, pero la pobreza puede tener distintos rostros, y la pobreza de Loreto, siendo de distinta laya, debe convertirse en riqueza integral y orgullo de todos los peruanos.
No es este el lugar para analizar a fondo el desencuentro de los últimos días entre médicos y pacientes, autoridades centrales y regionales, informaciones veraces y engañosas, etc. pero creo que vale la pena trascender de la coyuntura y plantear al país la deuda que tenemos con los hermanos loretanos.