El fin de semana del 23 y 24 de julio quedará marcado para siempre en la memoria de los aficionados al deporte. Dos de los clubs más representativos del fútbol mundial se enfrentaron lejos de sus respectivas ciudades en un evento espectacular. FC Barcelona y Real Madrid firmaron un clásico vibrante en un contexto muy especial: la ciudad de Las Vegas. Una localización hasta ahora poco relacionada con este deporte.
Las Vegas es una de las capitales del ocio en el ámbito mundial. Su idiosincrasia -muy marcada por el sector de juego- no se ha visto afectada por las nuevas tecnologías, que han adaptado muchas de sus actividades al ámbito virtual. Basta con visitar alguna lista de páginas de casinos online para entender la magnitud de dicha transformación, una realidad que la ciudad de Nevada se resiste a asimilar. Pero dicho inmovilismo empieza a quebrarse, ya que la ciudad empieza a abrirse a los vientos de cambio. Solo hay que repasar algunos de los eventos futuros que acogerá, como una carrera de la F1 o el Clásico que ahora detallaremos.
El partido -que finalizó con 1-0 a favor de los azulgranas y en el que el Madrid pecó de su poca capacidad ofensiva– es una muestra del potencial mediático de las pretemporadas actuales. Hace unos años, los equipos solían quedarse en un entorno cercano al de sus instalaciones preparando el nuevo curso. Disputando básicamente enfrentamientos ante equipos de la zona. El paradigma ha cambiado de forma muy marcada en la última década, y ahora es habitual que los equipos viajen a territorios exóticos o especiales para preparar la competición. Este cambio en las dinámicas de preparación seguro que no gusta en exceso ni a jugadores ni entrenadores, que deben afrontar largos viajes y pasar días fuera de casa. Pero económicamente es altamente rentable para las instituciones, que ven cómo los ingresos aumentan por el interés de los espectadores. Unos aficionados que -en un mundo cada vez más global- también quieren ver de cerca a sus estrellas.
El partido de Las Vegas es un ejemplo paradigmático, ya que el Barça no solo conquistó la ciudad gracias al triunfo en el partido, sino que también venció de forma metafórica por lo que a implementación social respecta. Un éxito del que también es partícipe el Real Madrid. Los fans de ambos equipos poblaron las gradas del Allegiant Stadium con más de 61.000 almas vibrando por los colores blancos y azulgranas. Muy lejos de casa, sendos clubs encontraron el calor de los aficionados, demostrando que el fervor futbolístico también se vive a este lado del Atlántico. Seguro que no será el último Clásico que se dispute lejos del territorio español, sobre todo teniendo en cuenta la potencia que tiene el derbi que pone cara a cara a ambos equipos; dos clubes y dos formas irreconciliables de entender el fútbol.
