Por Mauricio Mulder
El impacto de la desaparición física de Alan Garcia aun no se disipa. El actual monopolio mediático dominado por una oligarquía venal, racista y enfermizamente antiaprista, impide que los peruanos puedan escuchar o leer la verdad de lo que significó su inmolación y que a mi modo de ver fue magistralmente resumida por el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa que dijo “Si Alan Garcia fue perseguido injustamente, su suicidio es en realidad un asesinato.
Ў Ya basta de tanto abuso!”. “Que su sacrificio sirva para entender que la lucha politicamente tiene limites. Que no se puede jugar con honra y libertad de las personas.”
Correa, hombre de izquierda, pero impregnado del irrefrenable deseo de ver crecer y prosperar a sus compatriotas, exterioriza lo que todos sabemos, pero pocos se atreven a decir: que hay un uso totalitario de las prerrogativas que la ley le da a los fiscales, con la finalidad de ponerse al servicio de esa oligarquía, aplastar a los opositores del gobierno y mantener el poder real, sea cualquiera quien esté en Palacio.
Alan Garcia y el Apra eran un obstáculo mayúsculo para ese siniestro plan de apoderarse del pais para siempre. Con Garcia vivo esos planes oligárquicos corrían serio peligro. Los magros resultados de las elecciones del 2016 no los disuadía. Sabían que el Apra tenía enorme posibilidad recuperación y que aunque tuviera un puñado de congresistas, estos actuaban con mayor capacidad y articulación que cualquier otra bancada del Congreso.
Alan lo sabía, pero estaba dispuesto a asumir el reto. Su regreso a Lima aquel viernes 16 de noviembre lo demostraba, a sabiendas que corría el riesgo de un abuso. Sus temores desafortunadamente fueron confirmados al día siguiente cuando se supo, por medio de sus abogados que el lunes en que le tocaba acudir como testigo al Ministerio Público, iba a ser detenido, bajo la misma modalidad aplicada semanas antes a Keiko Fujimori. Se supo después, que el factótum periodístico del poderoso estudio de abogados IDL, había coordinado desde las 6 de la mañana de ese día con los fiscales si ya había o no aterrizado el avión, a efectos de soltar la información, previamente filtrada por la fiscalía, y terminar diciendo “entrу a la jaula el leуn”.
Y ahí se desató en todo su esplendor el poder absoluto que gobierna el país. La trituradora mediatica, concentrada en una sola mano a niveles superiores del 90% desató toda su furia contra Alan García, culpándolo, entre otras cosas, de estar detrás del proyecto de ley promovido por mi persona para liberar al estado peruano del yugo de una prensa presupestívora que vive de la publicidad estatal a cambio de servir de entusiastas voceros del gobierno. El honorario cobrado por dar una conferencia, cuyo abono fue hecho público por el mismo Alan García en el 2012, fue el pretexto. El tema de fondo era pasar a la historia como los que apresaron a Alan García. Era obvio que una vez detenido, la pugna por salir en la foto por parte de policías y fiscales iba a ser de campeonato. Algo así como los militares que se retrataron ante el cadáver de Emiliano Zapata o el de Leon Trotski.
La Dirección Política del partido le ordenó buscar asilo diplomático, para preservar su vida y su libertad, pero además para liberar al partido, que esta siendo hasta hoy sometido a la fascista ley contra el “crimen organizado”. Dicho asilo le fue ofrecido por el embajador del Uruguay en gesto que lo honra. Le dio la bienvenida a la residencia de la embajada con estas palabras: “Bienvenido al Uruguay señor presidente”. Y pudo desde allí, hablar con el canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa y posteriormente con el propio presidente Tabarez Vasquez. Soy testigo de ello.
Pero el poder caviar es trasnacional. George Soros, el financista de esa ong, manda sobre todo el mundo y tiene mas poder que la mayoría de los gobiernos del globo. Uruguay, pequeño pais de 3 millones de habitantes, es como una pulga para ese magnate y no tardó en desatarse la presión fascista capitaneada por el entusiasta excomunista, ex velasquista, luego reaccionario, luego ultracapitalista banquero, luego toledista, luego humalista, luego nadinista luego pepekausa don Mario Vargas Llosa y su sicario menor Pedro Cateriano, alias “luz verde”. Todo eso, mas el concierto de titulares que todos los medios soltaban día a día, y las turbas que el gobierno lanzaba contra la embajada capitaneadas por el congresista gobiernista Gino Costa, hizo retroceder a Tabarez Vasquez vergonzosamente. Hoy, que se viene conociendo el enorme poder de penetración que tuvo el caso Lava Jato durante su gobierno, y supeditación al poder corruptor del chavismo, esperemos que no se vea ante los mismos rigores persecutorios a los que se vio compelido Alan Garcia. En todo caso le recomendaríamos, de darse el probable caso de ser acusado, no pedir asilo en la embajada del Perú en Montevideo.
Alan sabía que la persecución asesina de la que fue objeto, sobretodo por parte de la prensa oligárquica argollera, no iba a cesar mientras estuviera vivo. La saña con la que el decano de ese grupo agredió a Haya de la Torre sin soltarlo un minuto a lo largo de sus 84 años de vida, le servía de ejemplo siempre citado.
Tanto odio inmortal de parte de esa prensa, en especial de algunas “divas” televisivas que no tuvieron empacho alguno para trabajar para la dictadura de Fujimori, cincelaron en Alan la determinación de no prestarse a satisfacer su encono. Optó por salvar su dignidad. No fue como ingenuamente preguntaban bisoños periodistas, consecuencia de una “depresión”. Al contrario, fue un acto de honor y de anunciado orgullo aprista. Como Getulio Vargas en Brasil que escribió antes de dispararse un tiro.. “cada gota de mi sangre serб una llama inmortal en vuestra conciencia”.
O Salvador Allende que le dijo a sus enemigos “Que mis palabras sean el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron”.
Fue sin duda un asesinato, como dijo Correa, hoy perseguido como Alan. De allí su desprecio a sus enemigos. En sus conciencias, como los asesinos de Allende sus palabras seran su castigo.. “A mis compañeros, una seсal de orgullo; y mi cadaver, como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios, porque ya cumpli la misión que me impuse.Que Dios, al que voy con dignidad, proteja a los de buen corazón y a los más humildes.”