Por: Martín Valdivia Rodríguez
Lo que ha sucedido en Ecuador debería ser motivo de lección para muchos políticos tembleques. No se explica de otra manera cómo el presidente Lenin Moreno pudo retroceder en su decisión de cortar de una vez y por todas con los subsidios que tanto daño causan a un país y lo condenan a vivir arrastrado deudas impagables por años y décadas.
Si Moreno tomó esa decisión fue porque Ecuador se debate entre seguir bancándose los combustibles y pintarles a los ecuatorianos un país de fantasía, o sincerar los precios para no seguir ampliando una brecha fiscal que hará que el país norteño explote en algunos
años más.
Y eso es lo que sucede en Ecuador. Viven una realidad que no es la suya, con una gasolina barata que no sale de otro bolsillo sino del mismo fisco, que año tras año tiene que gastar sus reservas para subsidiar un recurso sensible y masivo. Ecuador había solicitado una línea de crédito al Fondo Monetario Internacional (FMI) de más de 10 mil millones de dólares precisamente porque no tiene recursos para cerrar su brecha fiscal.
Y ya sabemos cómo son las exigencias del FMI cuando presta dinero: austeridad fiscal, reajustes económicos, cero subsidios. Lenin Moreno ya había conseguido ese dinero y se preparaba para poner a su país a tono con las exigencias del ente internacional. Y, una de esas medidas, era, precisamente, cortar los subsidios al combustible.
Frente a ello, los “correístas” (de izquierda, para variar) y los diversos grupos indígenas de esa nación, provocaron un alboroto de padre y señor mío que en menos de lo que canta un gallo hizo retroceder a Moreno hasta volver a poner los precios de la gasolina al precio anterior. Es decir, ganó el alboroto, la calle, la bomba molotov y la intransigencia. El diálogo fue reemplazado por la brutalidad y la paz por el garrote.
De esa manera hicieron retroceder al gobierno. ¿Quiénes? Los de siempre. Los comunistas que para estas cosas son expertos. Ellos han sido los triunfadores de esta guerra contra ellos mismos, pues el déficit fiscal que arrastrará Ecuador será enorme y no habrá manera de contrarrestar la crisis que la han pateado para algunos años más adelante. Los púnicos culpables de la pobreza de ese país serán esos energúmenos que no tendrá cárcel ni sanción. Por ello la izquierda es lo peor que le puede pasar a un país, e un cáncer que no termina sino hasta ver morir su propio cuerpo. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.