El zafarrancho de la inmunidad parlamentaria

por | Jul 9, 2020 | Sin categoría

Por: Jorge B. Hugo Álvarez / Vuelve la agitación desordenada, ruidosa e irracional de enfrentamientos tras enfrentamientos entre el Poder Ejecutivo y el Parlamento Nacional. La razón: Eliminar la institución parlamentaria de la inmunidad parlamentaria. El Presidente pechó innecesariamente al Congreso bajo términos poco adecuados e irrespetuosos.

Por su parte, el Pleno del Congreso susurrándose sobre la impopular inmunidad parlamentaria rechazó de manera destemplada la intimidación presidencial aprobando la inmunidad parlamentaria con pequeños ajustes. Para ellos, habló el voto mayoritario de la representación nacional.

La decisión del soberano, autodenominado primer poder del Estado, generó la ira presidencial. Entonces el Presidente contraataca y anuncia en cadena nacional, su voluntad de someter a referéndum el proyecto de ley aprobado. Ya la pugna se hizo más persistente y el fantasma del cierre del Congreso invade los pasillos versallescos del Parlamento.

Los “representantes” del pueblo entre asustados e indignados devuelven un demoledor golpe al Presidente. Reconsideraron la votación inicial, aprobando, esta vez, eliminar la inmunidad parlamentaria extensiva a todos los altos funcionarios del Estado, comprendiendo en ella, desde luego, a la investidura presidencial.

Entonces, todos quedaron desnudos y todos indefensos. ¿Quién pierde en estos absurdos enfrentamientos? La democracia y el pueblo. He aquí una razón más para fustigar acremente a todos aquellos que desacreditaron con sus actos y por sus actos al Parlamento Nacional. El remedio resultó peor que la enfermedad.

Dos cuestiones por aclarar: La inmunidad parlamentaria y el ejercicio abusivo del poder. El problema no es la institución de la inmunidad parlamentaria en sí, sino el ejercicio abusivo de dicha institución. Parlamentarios impresentables, sin moral ni ética utilizaron dicha prerrogativas para proteger unos a otros.

Por tanto, se requería modificar este instrumento constitucional para evitar su ejercicio abusivo que distorsione su naturaleza constitutiva. Bastaba encargar como órgano competente para el levantamiento de arresto y de proceso de los Parlamentarios a la Corte Suprema.

De esa manera, se evita la protección inmoral entre pares de la misma institución. Todos los parlamentos del mundo mantienen la inmunidad parlamentaria. Excepto, en nuestra región: Colombia, pero ya está en franco retroceso.

Estos enfrentamientos, no le hace nada bien a la estabilidad institucional en democracia y a los valores libertarios sobre el cual se sustentan. Todo lo contrario, desnudan con toda crudeza en el aparato del Estado, una conducta recurrente: La intolerancia y el abuso del poder.

No queremos pensar que el Presidente pechó al Congreso por razones de popularidad, porque si el soberano es el pueblo, pues eduquemos al pueblo (Sarmiento) y no pongamos obstáculo para destinar el 6% del P.B.I. al sector educación. Un pueblo ilustrado es un pueblo sabio.

Tampoco que el cuasi-analfabeto del Congreso legisle pensando cómo protegerse a sí mismos o en las cercanías de unas elecciones generales. Ni lo uno, ni lo otro. Corresponde al pueblo saber elegir bien: Ni a burros cargados de dinero, ni a ilustrados sin moral y ética.

                                                  (*) Abogado penalista- Analista político

 


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