¿Hasta que nos afecte?
¿Por qué debemos esperar a que haya una tragedia para cambiar la manera en la que nos comportamos? Son incontables las veces en las que solamente después de una tragedia o un error se aprende de ella y se cambia. Sin embargo, tenemos los datos y las herramientas para evitar una tragedia, ¿por qué no cambiamos ya?
Un reporte reciente llevado a cabo por The Lancet Countdown explica el impacto causado por la crisis climática a la salud pública. Este reporte se ha caracterizado por revelar datos sumamente preocupantes, más que en ediciones anteriores de los reportes llevados a cabo por dicha organización. El estudio describe el incremento de los gases de efecto invernadero y el consecuente aumento de las temperaturas globales, mostrando cómo esto afecta la salud de manera grave.
Entre los factores principales se encuentran las olas de calor, definido como la exposición al calor extremo. Esto da como resultado una reducción en la capacidad de trabajar y hacer ejercicio, además que esta exposición, como explica el reporte, “exacerba enfermedades subyacentes como las cardiovasculares y las respiratorias, y provoca golpes de calor, desenlaces negativos del embarazo, patrones de sueño alterados, problemas de salud mental y aumento de las muertes”.
El estudio hace también un enfoque a poblaciones de riesgo, las cuales son las más afectadas y expuestas a este problema, llevándolas a ser especialmente vulnerables a los efectos por las extremas olas de calor.
Por ejemplo, las personas mayores a 65 años han sufrido un incremento de 68% en la mortalidad relacionada con el calor entre los años 2000 a 2021. Por supuesto, estas olas de calor también aumentan el riesgo de incendios forestales más frecuentes y descontrolados, siendo uno de los últimos ejemplos los incendios forestales de Canadá de las últimas semanas.
Estos llevaron a la ciudad de Nueva York a tener uno de los niveles de calidad de aire peor registrados en su historia, siendo sumamente peligrosos para la salud pública. La lista de afectaciones es desafortunadamente larga, desde la seguridad alimentaria hasta la salud mental. Para mí es imposible pensar que este problema ya nos está afectando en el día a día, y, sin embargo, todavía no hay una reacción.
Es definitivamente preocupante, y debería poner a sonar las alarmas en todos los países del mundo, y definitivamente en los países latinoamericanos como Perú. La salud pública no es un juego. Requiere soluciones concretas, basadas en un consenso y revisadas por la comunidad científica. Un ejemplo claro de éxito es la Ley de Aire Limpio de Estados Unidos (1963), que permitió poner estándares para las grandes empresas contaminantes de gases tóxicos y peligrosos. Una acción global de política pública es sumamente necesaria. Cada gobierno, parlamento o congreso debe promover las leyes por el bien de sus ciudadanos, esto incluye límites en los gases de efecto invernadero, además de promover el desarrollo e inversión de tecnologías verdes y limpias. La salud se debe entender como un derecho básico, que debe ser protegido constitucionalmente. Hoy estamos infringiendo este derecho, y los datos lo corroboran. ¿No nos está ya afectando la crisis climática?