En la tumba de Debanhi Escobar ya no caben más flores

La familia despide a Debanhi entre lágrimas en un caso que ha conmocionado a México.

por | Abr 24, 2022 | Actualidad, Internacional

La familia despide a Debanhi entre lágrimas en un caso que ha conmocionado a México.

Mario Escobar repite lo cual vieron al hallar a Debanhi Susana Escobar Bazaldúa: “Golpeada. Asfixiada. Muerta”. Dice aquello el papá herido y continúa con voz clara sin hacer una pausa. Con un pie en el borde del hueco donde ahora van a meter a su hija, con el pantalón negro lleno del polvo que se levanta a esta elevación de los cerros y ante un poblado que llora.

“Estaba golpeada. La asfixiaron. Nosotros mismos la vimos, no tuvimos temor de verla. La Fiscalía plantea que ha sido un hematoma en la cabeza. Miente”. Debanhi desapareció en la madrugada del 9 de abril y la encontraron 13 días luego en una cisterna abandonada en un motel, a escasos metros de donde se la vio por última vez, en el sector metropolitana de Monterrey, en Nuevo León, México. Su caso ha conmocionado a un territorio que simulaba acostumbrado a sus 11 féminas asesinadas al día, a sus 7 desaparecidas, y ha despertado una oleada de furia contra el régimen estatal. Este sábado, entre gritos de justicia, la ha despedido su familia.

La tumba es un agujero de paredes de hormigón y alrededor hay un centenar de bocas y varias cantan. Se oye suave: “Más ahí del sol yo tengo un hogar”. Además, se escuchan los lloros al sorberse. Nadie en el ejido de La Laguna, en Galeana, un municipio rural al sur de Monterrey, esperaba una pérdida tan despiadada. De aquí son los Bazaldúa, de aquí salió Dolores, la mamá, para ser maestra, y aquí retornaba a menudo Debanhi. Le encantaba el Lagunafest, montar “mugrero” con sus primas y jugar con Bombón, su caniche blanca con lazos rosas, que hoy anda entristecida, de brazo en brazo. De los que vinieron a mencionar palabras de consuelo, varios no conocían a la adolescente, ya solo la habían observado las últimas semanas en las noticias.

Escobar era hija exclusiva de una pareja de docentes, casados hace 28 años. Vivía en Apodaca, en el extrarradio industrial de Monterrey, y cumplía años en septiembre. Estudiaba Derecho en la Universidad Autónoma de Nueva León ya que quería ser jurista. Optimista, alegre y carismática, comentan que le gustaba mucho la melodía, cantar, danzar y salir de celebración con sus amigas: poseía 18 años.

Su mamá ha escogido una fotografía en la que sale con un vestido negro y las extremidades un poco cruzadas para colocarla encima del ataúd. Horas después, en el panteón de La Laguna, Dolores Bazaldúa la ha secundado con cuidado contra la cruz de madera que lleva el nombre de Debanhi grabado y la imagen sonriente de la chica ha quedado sepultada por la montaña de coronas y ramos que otras familias han enviado. Fueron muchos que tuvieron que colocarlos: uno encima de otro, los cestos en la cabecera y todavía sobresalían las rosas por los costados. “Nunca había observado una tumba así”, comenta su prima Priscila Bazaldúa. Por el momento no le caben más flores.


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