Revela que Perú se preparó para enfrentar guerra simultánea con Ecuador y Chile, pero niega plan para invadir país sureño.
Por: ANÍBAL QUIROGA LEÓN (*)
El General Francisco Morales Bermúdez (4 de octubre de 1921 – 14 de julio 2022) era hasta hace muy poco, y sin lugar a dudas, un personaje histórico viviente. Fue un gran referente viviente. Cuando se pudo realizar la entrevista estaba por cumplir los cien años de edad y, cuando finalmente -por los avatares del tiempo y la pandemia-, pudimos transcribirla, editarla, recibir sus correcciones de puño y letra -las que guardo con gran honor-, y corregirla ([1]) pasaron dos largos años en que finalmente ocurrió el Bicentenario nacional, cumplió la centuria de edad y, finalmente, en la madrugada de la conmemoración de la Toma de la Bastilla, día signado por el mundo contemporáneo en la lucha por la libertad y uno de los hitos en la creación del Estado de Derecho constitucional el pasado 14 de julio de este año, nos dejó apaciblemente.
Siendo esta una entrevista efectuada en los finales de su vida -diría, en verdad, que es la última entrevista que concedió- su publicación será indefectiblemente póstuma. El tiempo, y su implacable e inderogable ley, siempre hace lo suyo. El acucioso lector, de uno u otro sino, sacará sus propias conclusiones del relato de una parte de nuestra historia en la segunda mitad del Siglo XX.
Francisco Morales Bermúdez Cerruti, expresidente de la República entre 1975 y 1980, fue desde muy joven, por su empeño, esfuerzo, destacada inteligencia y estirpe, protagonista en distintos escenarios políticos, económicos, militares y sociales del Perú en los últimos cuarenta años del Siglo pasado.
Mantiene una lucidez envidiable y una inquebrantable fe en el Perú. Nacido en una familia de clase media, de padre militar y con un abuelo también ex Presidente de la República en el Siglo XIX (Remigio Morales Bermúdez), siendo General de Brigada muy joven integró el Gabinete en el primer gobierno del Arq. Fernando Belaunde Terry, el mismo presidente que fuera defenestrado del poder mediante un Golpe de Estado llevado a cabo por un sector progresista del Ejército del Perú, al que se plegó la Fuerza Aérea y, a regañadientes y con no pocas incidencias, la Marina de Guerra.
El proceso político inédito que tuvo inicio aquella madrugada del 3 de octubre de 1968 le deparó una serie de responsabilidades, por su ascendiente en el Ejército del Perú (y, por ende, en las Fuerzas Armadas en general), por su inteligencia y por su preparación que superaba largamente el promedio de sus colegas de la época, inclusive de aquellos que tenían los primeros puestos. Ser de la especialidad de la ingeniería militar, le daba un plus evidente, ya que no solo tenía muchos más estudios en las ciencias exactas, sino que los oficiales del arma de ingeniería llevaban -en aquel entones- un año más de estudios sobre sus demás colegas de otras armas, año lectivo que cumplían en Lima siendo ya subtenientes en actividad.
Sería por eso, por su valía profesional, su destacada inteligencia y su ascendiente entre sus compañeros de armas que, teniendo poca antigüedad como General de Brigada, fue designado por el expresidente Belaunde el 20 de marzo de 1968 como Ministro de Hacienda y Comercio (hoy Economía y Finanzas) en aquel entonces, cargo que ejerció por breves meses hasta el 21 de mayo del mismo año, en los meses previos al Golpe de Estado de 1968.
Había egresado de la Escuela Militar de Chorrillos como Espada de Honor de su promoción. Es decir, fue el número uno en toda su vivencia como cadete. Fue también el primero de su promoción en los cursos de oficial alumno de ingeniería y en los que habilitaban a los grados de teniente y capitán, respectivamente, siempre en la especialidad de ingeniería.
Más tarde se diplomó como oficial de Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra del Perú, donde obtuvo la Divisa de Honor nuevamente por ser el primero en las calificaciones. Durante 1957 y 1958 estudió en la Escuela Superior de Guerra del Ejército Argentino. De regreso a Perú fue profesor en la Escuela Militar de Chorrillos, en la Escuela de Aplicación de Ingeniería y en la Escuela Superior de Guerra. Luego asistió al Centro de Altos Estudios Militares (CAEM), en la que se graduó con calificación de sobresaliente. También cursó estudios en el National War College en los Estados Unidos.
En su calidad de ingeniero militar participó en la construcción de la carretera a Rioja-Tarapoto. En 1962 se le encomendó la reestructuración y modernización del Registro Electoral del Perú a fin de permitir registros y procesos electorales limpios y democráticos, y sus reformas permanecieron vigentes hasta las elecciones de 1980 que dio lugar a la segunda elección del expresidente Belaunde Terry.
En cuanto a su labor política, ya durante la primera fase del Gobierno Militar fue nuevamente ministro de Economía y Finanzas de 1969 a 1973. En enero de 1974 pasó a ser Jefe del Estado Mayor General del Ejército y, en febrero de 1975, fue nombrado Primer Ministro y Ministro de Guerra (el antecedente del actual Ministerio de Defensa).
El 29 de agosto de 1975 lideró un movimiento político al interior de las propias Fuerzas Armadas que llevó al derrocamiento del General Juan Velasco Alvarado como Presidente de la República (de la Primera Fase), y le sustituyó de facto, proclamándose Presidente de la República, en el llamado “tacnazo” (dando inicio a la Segunda Fase), cargo que ocupó hasta el 28 de julio de 1980 en que cedió la presidencia al nuevo mandatario elegido democráticamente, tras 11 años de interregno militar en nuestra azarosa y frágil democracia. Los hados y las paradojas de la historia política peruana se concertaron para que esta elección democrática recayera nuevamente en el Arq. Fernando Belaunde Terry para el periodo 1980-1985, precisamente en aquel personaje que había sido derrocado por el Golpe de Estado Militar de 1968 en el que no tuvo participación directa el General Francisco Morales Bermúdez.
Ya desde la presidencia asumida en agosto de 1975 procuró reestructurar -con diversas dificultades- varias de las reformas políticas y sociales que se hicieron en el gobierno del Gral. Velasco Alvarado, con la ayuda de aquellos militares más radicales, y organizó con una gran filigrana política la transición y el regreso hacia la plena democracia en el Perú de entonces, convocando en 1977 la “Asamblea Constituyente” que se instaló en julio de 1978 y dio como resultado la promulgación de una nueva Constitución en julio de 1979.
Olvidado por muchos, denostado por algunos, reconocido por varios, pasa su retiro en la paz familiar y en el análisis político y de la actualidad con una lucidez y fortaleza -repetimos- envidiable.
Como ex Comandante General del Ejército aún participa activamente en el “Consejo Consultivo” de ex Comandantes Generales y ex Jefes del CCCCFFAA el cual, por su antigüedad y siguiendo la tradición y el honor militar, le corresponde presidir de pleno derecho. Desde allí, aún hasta ahora, ha firmado diversos comunicados cuando la complicada realidad política del Perú, ya adentrados en el primer quinto del Siglo XXI, se lo ha demandado.
Hace casi dos años, el Gral. Francisco Morales Bermúdez tuvo a bien conceder con gran generosidad, entereza y franqueza esta entrevista, que consideramos muy importante para ayudar a entender y comprender nuestra historia reciente de los últimos sesenta años, y que nos permitirá analizar la etiología y desarrollo de nuestra realidad presente, y que hoy -debidamente actualizada- venimos a hacer de conocimiento de la opinión pública.
Aníbal Quiroga León (AQL): Gral. Morales Bermúdez, buenos días. Quisiera empezar por agradecerle mucho haber aceptado esta entrevista. He leído con mucho interés lo que tenía a la mano, sobre todo el libro interesante que hizo con Federico Prieto Celi “Mi última palabra”, donde está prácticamente toda su biografía. Yo tendría interés en detallar algunas cosas que quisiera poder conversar con usted. En primer lugar: ¿Cómo prefiere que lo trate: como General o como Presidente?
Francisco Morales Bermúdez (FMB): A mí me es bastante indiferente el asunto, pero normalmente, en mi vida actual, en los contactos que tengo, que sigo manteniendo básicamente con el medio militar, se usa más la denominación de General antes que la de Presidente o ex Presidente. Es normal para mí el trato de General.
AQL: Pero, ¿cómo le gustaría a Ud. que yo lo trate?
FMB: Bueno, como General estaría correcto, no hay problema.
AQL: Gracias. General, Ud. tiene una estirpe de militares en su familia ¿no? Su abuelo fue militar, su padre fue militar y, además, su abuelo -como el mariscal Ramón Castilla-, nació en Tarapacá. Al haber nacido en Tarapacá, igual que Castilla ¿No tenía Ud. ilusión de revindicar -en algún momento- para el Perú la tierra de su abuelo, cuando el Perú tuvo grandes posibilidades bélicas frente a Chile?
FMB: Bueno fíjese, eso es una cosa que es natural, no solamente por el hecho de mis relaciones familiares con mi abuelo que nació en Tarapacá, sino que este proceso que vemos fue tan negativo para la constitución de la patria, que siempre producía -al menos en la juventud- sentimientos encontrados. Cuando era cadete en la Escuela Militar de Chorrillos, me acuerdo, siempre subsistía un espíritu de ¿cómo diríamos? de desquite, de revancha, de vindicación, si Ud. quiere, que era histórico. De manera que yo también he sentido eso, cuando fui cadete y cuando ya fui oficial, indudablemente: Pero luego cuando uno va madurando un poco y vienen las composiciones históricas, los cambios históricos y las relaciones internacionales que van evolucionando, entonces uno va evolucionando también en su pensamiento y moderando sus sentimientos, porque se comienza a ver las verdaderas posibilidades del país, si conviene o no conviene, con estudios de tipo político-estratégico, digamos, y las responsabilidades militares y de gobierno, ya que los estudios que se hacían en esa época eran más bien de estrategia defensiva antes que de carácter ofensivo.
AQL: En todo ese periodo de responsabilidades militares y políticas que Ud. vivió: ¿No hubo ninguna posibilidad de una estrategia ofensiva?
FMB: No. Porque ya nos habíamos trazado en las Fuerzas Armadas y, fundamentalmente, en el Ejército, que el año 1979 -en el centenario de la Guerra del Pacífico- fuera un año en que las Fuerzas Armadas no estuviesen en la situación en que se hallaron nuestras Fuerzas Armadas en la época de la Guerra con Chile, totalmente desarmados y peor organizados. Mientras Chile se armaba -con la ayuda inglesa que fue decisiva en ese caso- el Perú estaba en pañales. En 1979 dijimos: nuestra meta es llegar a tener una Fuerza Armada de gran fortaleza estratégica defensiva, porque ya en esa época teníamos el problema de la frontera norte, con el Ecuador. El Ecuador siempre fue un peligro de penetración ofensiva permanente. Teníamos una frontera activa en el norte y otra también con cierto grado de actividad potencial en el sur.
Teníamos que implantar una estrategia nacional, ligada también con el contexto internacional: habíamos adquirido mucho material de guerra de la entonces Unión Soviética y no teníamos certeza de cómo podía haber sido la posición de los EEUU en una eventual contienda sudamericana de ese calibre. De manera que por eso decidimos, y no yo solo, sino que decidimos a nivel del mando de las Fuerzas Armadas -en consonancia con lo político- que teníamos que llegar a tener una gran fuerza estratégica defensiva en las mejores condiciones. En condiciones de acudir tanto al norte, como al sur, para evitar una eventual penetración lesiva para nuestros intereses.
AQL: En el supuesto de que se hubiese dado el paso de tomar Arica, por ejemplo. ¿Qué posibilidades había de que se produjera una invasión ecuatoriana, de un ataque ecuatoriano por la frontera norte?
FMB: Así es. Ecuador continuamente penetraba y había que rechazarlo. Era una frontera activa en el norte de nuestro país. Entonces ¿cómo podíamos tener una ofensiva en el sur? Era previsible el cálculo de haber tenido que soportar al mismo tiempo e inmediatamente una penetración muy fuerte de parte de Ecuador. Tendríamos que haber luchado en dos frentes de combate al mismo tiempo, dos frentes de guerra, y más en la situación internacional donde indudablemente siempre se preveía que históricamente y por diversas características de las relaciones internacionales, en el caso de un conflicto con el sur, EEUU iba a apoyar al sur y no al Perú y, en esa época, ya habíamos adquirido material de guerra en abundancia, importantes pertrechos militares provenientes de la ex Unión Soviética como ya queda dicho. Una razón más para la alerta de EEUU. Había que pensar no solo en una cuestión de carácter local, sino que podíamos haber entrado a un problema internacional mucho más agudo, mucho más comprometido, mucho más complejo.
AQL: Ningún país podría ganar una guerra con dos frentes abiertos.
FMB: Así es. Eso es lo más probable.
AQL: Fue el gran problema, entre otros, de Hitler en la Segunda Guerra Mundial.
FMB: Así es. Indudablemente. La guerra la hace el país, la hace la nación. La nación es la que entra en guerra, entonces hay que ver cómo estaba la nación, como estaba la economía de la nación. Porque uno puede decidir el día “D” y la hora “H”, comienza el conflicto, la guerra, pero uno se pregunta ¿Cuándo y cómo termina? ¿Cuándo va a terminar? ¿Cómo vamos a terminar? No se sabe.
Por ello la nación entera tiene que estar preparada, tiene que haber una preparación económica. ¿Cómo estaba la economía del país en ese momento? ¿Cómo estaba el frente interno? ¿Estaba cohesionado? ¿Había cohesión interna en el país? o ¿Había problemas internos? Entonces, cuando el gobierno toma una decisión y actividad de esa naturaleza, es la nación la que va a estar comprometida. Y la nación es la que debe estar preparada. No solamente es un tema de las Fuerzas Armadas. Las Fuerzas Armadas aportan el aspecto bélico, el táctico y el estratégico. Pero no constituyen todos los factores que entrarán en juego, y en riesgo. Hay que ver el aspecto psicológico, el aspecto económico y una serie de situaciones que son los componentes principales para tomar una decisión tan grave y trascendente como una de esa naturaleza.
AQL: Pero una captura de Arica, y manteniendo supremacía aérea y naval, que impidiesen el progreso de Chile hacia el resto del país hubiese sido quizás una victoria rápida y fácil de mantener en un nuevo status quo.
FMB: Difícil. Cuando se hace una guerra debe ser con toda profundidad.
Una guerra solo para tomar Arica es incongruente. El pueblo peruano en Arica ya no está, no es el pueblo de antes. Ya no es el pueblo nuestro, es el pueblo que se ha constituido ahí durante un Siglo, es hoy un pedazo de otra nación que en nada cooperaría con una gesta como esa.
De manera que tomar un territorio, casi como una cabeza de puente, nada más, no es obtener la victoria.
La victoria se da cuando se penetra, cuando se llega al corazón del adversario. La guerra con Chile en 1879 fue una verdadera guerra, montada y preparada para llegar al corazón de nuestra República. Por eso nos avasalló, porque estuvo preparado para eso. Se preparó con antelación, si no, no hubiera triunfado.
Llegó al corazón de la República, conquistó y sometió a la Capital de la República. Entonces sí, ahí se obtienen los beneficios que obtuvo Chile que conquistó una importante porción de territorio como era nuestro Tarapacá. Arica también fue nuestro, pero su pérdida total vino después en 1929.
Se preparó para esa guerra. La ayuda inglesa fue definitiva en esa preparación en aquel entonces. Hasta el pueblo, hay versiones -que no se si Ud. ha podido leer- que el pueblo se reunía en la plaza pública y decía ¡Vamos a Lima!
O sea que había una concientización nacional que había que hacer la guerra. Una preparación total del país. Para esa época, podemos decir que fue una guerra total. Lo cubrió todo.
AQL: O sea ¿Entre los años 1975 y 1978, no hubo posibilidad real de un conflicto armado con Chile?
FMB: No, no había.
Siempre se ha dicho que el Gral. Velasco quería eso, la recuperación de Arica en manos de Chile, y que cuando vino la toma del poder por nuestra parte en agosto de 1975, se terminó todo. Esa es la versión que me la enrostran a mi mucho. “Velasco preparó la guerra con Chile y Morales-Bermúdez paró la guerra, por eso vino el golpe”.
Ud. lo habrá escuchado cuántas veces. El Gral. Velasco nunca me habló de la posibilidad real de una guerra con Chile. Recuerde Ud. que yo fui Jefe de Estado Mayor General del Ejército del Perú antes de tomar mando de las Fuerzas Armadas. Fui Jefe de Estado Mayor del Gral. Mercado Jarrín, con quien trabajé la nueva composición de la Fuerza Armada con una visión estratégica de defensiva fuerte, en condiciones de defender el norte, y el sur, y con una masa de maniobra central, en condiciones de acudir a cualquiera de los dos frentes. Esa fue la estrategia que se preparó en aquel entonces.
La versión de que el Gral. Velasco, con un grupo de oficiales de su entorno, habían preparado un plan de guerra contra Chile, es algo totalmente inadmisible por irreal porque había una organización muy bien hecha en ese momento, un Estado Mayor fortalecido y en plenas funciones, bien establecido, con su Comandante General, su Estado Mayor, su Jefe de Estado Mayor, donde todo se preparaba ahí.
No habían -ni podía haber a ese nivel- “grupitos” que prepararan una guerra nacional. Es decir, ¿el Jefe de Estado -sin consultar con su Comandante General, ni al Jefe de Estado Mayor, ni a nadie, preparaba una guerra con otra nación limítrofe? Y ese grupito de oficiales publicó un documento, como si fuera un “Plan de Guerra” de carácter táctico y no estratégico, como se hace en los estudios en la Escuela Superior de Guerra, como en todos los países, siempre se diseñan en la teoría estrategias ofensivas y defensivas en diversas hipótesis de trabajo, como parte del entrenamiento militar normal o los llamados “juegos de guerra”. Se recrean “escenarios”. Con ese plan táctico, y no estratégico, manifestaron que el Gral. Velasco quería la guerra con Chile. Se dijo, entonces: aquí está el plan de la guerra con Chile”. Eso no era un verdadero plan de guerra, eso fue un plan de ensayo táctico de la enseñanza práctica en una Escuela de Guerra, un documento de trabajo. Pero dijeron, no: “El Gral. Velasco preparó la guerra, el Gral. Morales Bermúdez no quiso la guerra y acabó deteniéndola”. Cosa que fue totalmente falsa.
AQL: En aquella época en los años ‘70, cuando Ud. era un General joven, en las diversas Escuelas Militares en cada noche, a la hora de despedir al batallón de cadetes, siempre se gritaba: “Viva el Perú, muera Chile…pronto el sol de los Andes brillará en el Morro de Arica”. Fue la consigna diaria en todas las Escuelas Militares.
FMB: Eso sí, cuando éramos cadetes todos gritábamos ¡Viva el Perú Muera Chile!
AQL: Y era más: “Pronto el sol de los Andes brillará en el morro de Arica”, esa era la consigna de todas las noches
FMB: Así es, son cosas históricas, que sobre todo se sienten más en la juventud porque la juventud se impacta más, pero luego vienen situaciones que son de carácter estratégico-nacional, que hay que pensar bien. No se puede exponer así no más a un país a una acción bélica de gran escala si no hay una verdadera y adecuada preparación nacional.
AQL: ¿Hubiese sido posible que EEUU apoye una intervención armada al Perú, por el solo hecho de tener armamento soviético?
FMB: ¿Hoy día?, ¿En este momento?
AQL: No, en aquella época.
FMB: ¿En aquella época? Indudablemente que había esa posibilidad, ya que -entre otras cosas- se sumaba el hecho de que el Perú tenía armamento soviético y tratos comerciales con la ex Unión Soviética que permitieron esas compras a gran escala. Bueno pues, eso no era de mucha simpatía por parte de los Estados Unidos. Indudablemente. No era de mucho agrado para EEUU que el Perú se armase, y menos que lo hiciéramos sin su tutelaje con armamento soviético; pero naturalmente nosotros en esa época teníamos -como le digo- la visión de estrategia de lo que se debía hacer, que era nuestra obligación de tener una Fuerza Armada con gran potencia disuasiva. Y comenzamos a buscar dónde adquirir los medios y, entonces, tuvimos ofertas de diferentes países, se estudiaron esas ofertas y se determinó que el material soviético -al menos el que se adquirió en esa época- era de muy buena calidad, de muy buenos precios, y con precios unitarios muy convenientes: comparado el precio unitario de un arma determinada potente, comprada en la Unión Soviética, con una comprada en Francia o en EEUU, con el mismo valor táctico y estratégico, era de mucho menor precio y además las condiciones que nos dieron los soviéticos, para pagar, también fueron únicas. Fue un interés bajísimo de 2% o 3%, con 2 o 3 años de gracia, para pagar a largo plazo. Cosa que ningún otro mercado de armas nos daba. Entonces por eso se tomó la decisión nacional de comprar el armamento soviético en aras de los intereses de nuestra patria.
AQL: ¿Por alguna razón especial la Marina de Guerra no tiene ese armamento soviético? ¿La Marina no aceptó armamento soviético?
FMB: Bueno lo que pasa es lo siguiente: la Marina de Guerra, en sus primeros desarrollos -vamos a decir- después de la guerra con Chile, fue una Marina muy ligada a EEUU y a Inglaterra. Es decir, tomaron mucho, así como nosotros tomamos en una época de las relaciones con Francia y de la doctrina francesa; ellos tomaron mucho de las doctrinas de otros países occidentales, sobre todo de EEUU. Estaba muy ligada a Europa, por un lado, y a los EEUU por el otro. Hubo así una tendencia en la Marina -que se respetó- que fue el comprar sus diferentes naves más bien en Europa, como fueron los submarinos alemanes, en mi época, cuando estuve en el Gobierno, porque en la época del Gral. Velasco, con ese plan general que teníamos de equipamiento estratégico de la Fuerzas Armadas, en la primera etapa del Gobierno Militar, más bien se dio prioridad al Ejército.
Todas las adquisiciones fueron preponderantemente para el Ejército, muy poco para la Marina y para la Fuerza Aérea. En mi Gobierno se reequilibró la situación y se dio prioridad a las adquisiciones para la Fuerza Aérea y para la Marina de Guerra. Se compraron 4 submarinos alemanes, 6 corbetas francesas, 6 misileras italianas para la Marina, y se adquirieron como 50 aviones Sukhoi SU-22, los Antonov de transporte, artillados, para la Fuerza Aérea. Se completó, entonces, todo el esquema que nos habíamos trazado, de tener esa Fuerza Armada fortalecida eminentemente disuasiva, de fuerte disuasión, como la que quedó luego de mi etapa de Gobierno.
AQL: Su abuelo, además de haber sido militar, de haber sido Presidente de la República, de haber nacido en Tarapacá, también luchó en la Campaña de la Breña junto con al Mariscal Cáceres, y luego participó como Vicepresidente de Andrés A. Cáceres enfrentando a Nicolás Piérola. Esa historia, esa tradición, ¿influyó en su formación? ¿Esa tradición antipierolista?
FMB: ¿Me aclara la pregunta para entenderla bien?
AQL: A finales del siglo XIX y principios del XX, había una división entre los pierolistas y los no pierolistas. Los civiles metidos al ejercicio de las artes bélicas con Nicolás Piérola en la Guerra del Pacífico y los militares -como el Mariscal Cáceres después la Campaña de la Breña- participaron en política. Su padre fue Cacerista y había participado en la gesta de la Breña ¿no? Esa dicotomía, la de su abuelo, ¿influyó en su formación? ¿En su inclinación militar?
FMB: Indudablemente. Fíjese, desde que estuve de estudiante en el colegio, naturalmente, uno piensa qué carrera va a seguir, pero mi inclinación siempre fue más para la carrera militar que para otra carrera. De muchacho, entonces, en esa época cuando terminé la instrucción secundaria en el Colegio Inmaculada de los Jesuitas, ya estaba estudiando para presentarme a la Escuela Militar.
Mi padre, en ese momento estaba en la guarnición de Trujillo como Jefe del Batallón de Infantería 19, que él constituyó allí. Era esa época tan difícil que hubo en los años ‘30, esa lucha interna civil entre el APRA y las Fuerzas Armadas (más con el Ejército que las Fuerzas Armadas en general). Después de toda esa época de violencia política mi padre quedó asignado en Trujillo, haciendo una especie de “pacificación”, la que logró.
Entonces yo terminaba la secundaria y le escribo a mi padre y le digo: “me voy a presentar a la Escuela Militar, es mi vocación, quiero seguir la carrera”; y le añadí: “necesito que me recomiendes”.
Esas son cosas que han cambiado mucho en favor institucional. En esa época valía mucho la recomendación para ingresar a la Escuela Militar. Le dije a mi padre: “quisiera que me recomiendes” al Director de la Escuela Militar, que era el Gral. Vásquez Benavides; yo sabía era bastante amigo de mi padre.
Y mi padre me contestó: “ya tu recomendación está hecha, has salido en número 1 en el colegio. Esa es tu recomendación”; esa fue la contundente y tajante respuesta de mi padre. De manera que mi vocación era efectivamente militar. Mucho influyó, naturalmente, el hecho que además de ver a mi padre en la carrera militar, a veces fuera acompañándolo al cuartel, a montar a caballo en varias oportunidades. Entonces me fui haciendo a la vocación militar.
Tenía las referencias de mi abuelo. Inclusive, cuando era criatura recuerdo que había en casa unos uniformes antiguos, que eran los uniformes que había usado mi abuelo en su época. Todo eso fue la impronta recibida que fue formando mi vocación militar. Realmente en toda mi vida y mi carrera, mi vocación militar siempre estuvo presente, nunca la perdí. Y hasta el día de hoy, que estoy en el retiro, vivo intensamente la vida de mi ejército, la vivo ahora mismo.