Indicó que su dimisión es para que sus opositores no persigan dirigentes
Ayer domingo, el (ex)presidente de Bolivia, Evo Morales, renunció a su cargo, tras casi 14 años de mantenerse en el poder. Por más que firmemente anunciaba que no iba a dimitir y convocó a otras elecciones generales en su país, el líder indígena sucumbió a la presión ejercida por militares y policías, quienes en un pronunciamiento público sugirieron al entonces mandatario boliviano que dé un paso al costado.
«Renuncio a mi cargo de presidente para que (Carlos) Mesa y (Luis Fernando) Camacho no sigan persiguiendo a dirigentes sociales», dijo Morales a través de la televisión, aludiendo a los líderes opositores que convocaron protestas en su contra, desatadas el día siguiente de los comicios del 20 de octubre.
Su vicepresidente, Álvaro García Linera, denunció a su lado: «No queremos que estos grupos violentos quieran ensangrentar más al pueblo. Han desconocido estos grupos el orden constitucional. El Golpe de Estado se ha consumado. Fuerzas oscuras han destruido la democracia».
El expresidente Morales, de 60 años y en el poder desde 2006, había ganado la reelección en las cuestionadas elecciones de octubre, pero la misión de auditoría de la OEA detectó numerosas irregularidades, en un informe divulgado este domingo. En las horas siguientes, Morales perdió el apoyo de las Fuerzas Armadas y de la Policía, mientras miles de personas exigían su renuncia en las calles.
«Quiero decirles, la lucha no termina acá. Los humildes, los pobres, los sectores sociales vamos a continuar con esta lucha por la igualdad y la paz. Es importante decirle al pueblo que es mi obligación como presidente buscar esta pacificación», sentenció el expresidente Morales, añadiendo
«espero que Mesa y Camacho hayan entendido mi mensaje. No maltraten a hermanas y hermanos. No engañen ni usen al pueblo», apuntó.