Google se alinea a las designaciones geográficas del gobierno de Estados Unidos
Google Maps cambiará el nombre del Golfo de México por «Golfo de América» en Estados Unidos, cumpliendo con los decretos firmados por el presidente Donald Trump.
Según la empresa, la actualización respeta su política de seguir los lineamientos oficiales establecidos por el Sistema de Información de Nombres Geográficos (GNIS), y se implementará una vez el sistema sea actualizado.
El cambio fue impulsado por el decreto presidencial que impulsa estas modificaciones se emitió el mismo día de la investidura de Trump, firmado el 20 de enero.
Te puede interesar
Los líderes mundiales y sobrevivientes honran a víctimas del Holocausto
Estos cambios también incluyen para la montaña más alta de América del Norte, renombrando a Denali como Monte McKinley, restaurando un nombre utilizado durante décadas en Estados Unidos.
La medida ha generado una fuerte controversia. Desde México, la presidenta Claudia Sheinbaum calificó el cambio como una provocación, incluso sugiriendo que Estados Unidos podría llamarse «América mexicana», haciendo referencia a mapas históricos.
Por otro lado, grupos indígenas en Alaska han criticado la decisión de revertir el nombre Denali, que ha sido utilizado por comunidades locales y tiene un profundo significado cultural.
Según el presidente Trump, el renombramiento del Golfo de América refleja su relevancia estratégica para la economía estadounidense, destacando su importancia en la producción petrolera, pesca y en el turismo.
Tanto la Guardia Costera como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, adoptaron de inmediato el nuevo nombre en comunicados oficiales, reforzando el cambio.
Google precisó que los usuarios fuera de Estados Unidos continuarán viendo tanto los nombres originales como los alternativos, como ocurre con otras regiones geográficas en disputa.
Mientras tanto, expertos advierten que la medida podría tener implicaciones diplomáticas y culturales.
Mientras tanto en México, el cambio es visto como una apropiación simbólica de un recurso compartido, mientras que activistas en Estados Unidos lo consideran un retroceso en el reconocimiento de las culturas originarias y la diplomacia internacional.