La situación cada vez es más agravante
El clamor estudiantil en Estados Unidos ha alcanzado un punto crítico con las prestigiosas universidades de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) tomando medidas enérgicas contra los manifestantes propalestinos que han ocupado sus campus. Desde que las protestas estallaron en abril en respuesta a la guerra de Israel en Gaza, más de 2.700 estudiantes han sido detenidos en todo el país.
El MIT emitió un ultimátum a los manifestantes exigiendo que desmantelaran sus campamentos antes de una hora límite establecida. Aquellos que desobedecieron enfrentaron la amenaza de una «suspensión académica temporal inmediata», lo que les impediría asistir a clases, realizar exámenes o participar en las ceremonias de graduación. Harvard siguió el ejemplo, advirtiendo que los estudiantes que persistan en las protestas enfrentarán la expulsión y no podrán realizar actividades académicas en el campus.
A pesar de que algunas universidades han recurrido a la intervención policial para dispersar las protestas, la situación sigue siendo tensa. En la Universidad de California en San Diego, 64 personas fueron detenidas por la policía mientras que en UCLA, al menos 45 fueron arrestadas bajo sospecha de conspiración para cometer allanamiento de morada. Las clases presenciales en UCLA fueron suspendidas y trasladadas en línea debido a la escalada de las protestas.
El Campamento de solidaridad con Palestina de la UCLA denunció la violencia policial y exigió la liberación de todos los detenidos, insistiendo en que las detenciones fueron injustas y que los cargos presentados son infundados.
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Estas acciones de protesta están enraizadas en la oposición a la guerra de Israel en Gaza, así como en la crítica al apoyo del Gobierno de Joe Biden al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y a las inversiones de las universidades en la industria armamentística israelí. La decisión de las universidades de Columbia y Pomona College de cancelar o alterar sus ceremonias de graduación debido a las protestas ha generado un debate sobre los límites de la libertad de expresión y la responsabilidad de los manifestantes.
La postura del presidente Biden, que ha condenado las protestas como violentas y antisemitas, ha sido objeto de críticas por parte de quienes consideran que las manifestaciones han sido mayoritariamente pacíficas y que la respuesta del gobierno y los medios de comunicación ha sido desproporcionada.
En un momento en que las tensiones están en su punto más álgido, el destino de los manifestantes y el impacto de sus acciones en el ámbito académico y político continúan siendo inciertos.
