En las heces de un dinosaurio pequeño en Polonia, revelación ha sido posible gracias al empleo de la tecnología 3D
Paleontólogos de vertebrados de la Universidad de Uppsala y entomólogos de la Universidad Nacional Sun Yat-sen (Taiwán), la Friedrich-Schiller-Universität Jena (Alemania) y la Universidad de Guadalajara (México) hicieron el increíble hallazgo en las heces de un dinosaurio, de un escarabajo fosilizado que existió hace más de 200 millones de años.
Se trata del escarabajo ‘Triamyxa coprolithica’, el primer insecto descrito a partir de heces fósiles, probablemente de un dinosaurio ‘Silesaurus opolensis’, que lo ingirió en grandes cantidades. Para lograr su detección utilizaron microtomografía de sincrotrón para reconstruir en 3D los escarabajos cuando aún estaban atrapados en la materia fecal fosilizada, que data de hace 230 millones de años.
Al igual que el ámbar, los excrementos fosilizados, o coprolitos, pueden proporcionar mucha información sobre los animales extintos. El estiércol de este dinosaurio mantuvo oculto un verdadero tesoro: una especie desconocida de escarabajo de más de 200 millones de años.
Un equipo de investigadores, liderado por Martin Qvarnstrom, de la Universidad de Uppsala en Suecia, creó un modelo tridimensional de un fragmento de heces supuestamente pertenecientes a un Silesaurus opolensis con el fin de conocer su dieta y dimensiones. Este ancestro de los dinosaurios habitó en lo que ahora es Polonia hace entre 237 y 227 millones de años, en el período Triásico.
Tecnología en acción
Al examinarlos más de cerca mediante microtomografía de sincrotrón, los autores del estudio llegaron a la conclusión de que pertenecían a una especie nunca antes observada, a la que bautizaron como Triamyxa coprolithica. Su nombre hace referencia al Triásico y al hecho de que pertenece al suborden Myxophaga.
«Este dinosaurio hizo un poco de trabajo de campo por nosotros», bromea Qvarnstrom. El investigador subraya que él y su equipo «no hubieran podido encontrar estos insectos de otra manera».
Lo que llamó la atención de los paleontólogos fueron los fósiles bien conservados de escarabajos que había dentro del coprolito. Los insectos tenían sus patitas y antenas totalmente intactas.
El hallazgo
El nódulo fecal (en paleontología se lo identifica como coprolito) contenía abundantes partes del cuerpo de los escarabajos, la mayoría pertenecientes a la misma especie pequeña. Unos pocos ejemplares se encontraron casi completos, con gran parte de las delicadas patas y antenas aún intactas.
El buen estado de conservación de estos fósiles permitió realizar una descripción detallada del nuevo género de escarabajos y compararlo con otros más modernos.
El ‘Triamyxa coprolithica’ representa un linaje extinto hasta ahora desconocido del suborden Myxophaga, cuyos representantes modernos son pequeños y viven sobre algas en ambientes húmedos.
«Estamos absolutamente sorprendidos por la abundancia y la fantástica conservación de los escarabajos en el fragmento de coprolito. En cierto modo, debemos dar las gracias al Silesaurus, que probablemente fue el animal que nos ayudó a acumularlos», afirma Martin Qvarnström, investigador de la Universidad de Uppsala y uno de los coautores del trabajo.
Dinosaurio de apenas 15 kilos
El ‘Silesaurus opolensis’ -probable productor del coprolito- era un ancestro de dinosaurio relativamente pequeño, con un peso corporal estimado de 15 kilogramos, que vivió en Polonia hace aproximadamente 230 millones de años.
En un estudio anterior, los autores asignaron los coprolitos con restos desarticulados de escarabajos a Silesaurus basándose en el tamaño y la forma de los coprolitos, así como en varias adaptaciones anatómicas del animal.
El Silesaurus poseía un pico en la punta de sus mandíbulas que podría haber sido utilizado para remover la hojarasca del suelo para poder picotear insectos de la tierra, algo así como las aves modernas. Sin embargo, aunque el Silesaurus ingirió numerosos ejemplares de ‘Triamyxa coprolithica’, el escarabajo era probablemente demasiado pequeño para ser su única presa.
En cambio, es probable que el Triamyxa compartiera un hábitat con escarabajos más grandes, que están representados por restos desarticulados en los coprolitos, y otras presas, que nunca acabaron en los coprolitos con una forma reconocible.
El insecto
El escarabajo, de 1,5 milímetros de longitud, «probablemente vivía en ambientes húmedos o semiacuáticos, al igual que sus parientes modernos». Los investigadores opinan que el hallazgo podría contribuir a saber más sobre la evolución temprana de estos insectos, y es que la formación masiva de ámbar solo comenzó en el Cretácico superior, o hace entre 100 y 66 millones de años.
«Nunca pensé que podríamos averiguar qué comía el precursor triásico de los dinosaurios», afirma Grzegorz Niedzwiedzki, paleontólogo de la Universidad de Uppsala y uno de los coautores del trabajo.
La conservación de los escarabajos en el coprolito es similar a la de los especímenes de ámbar, que normalmente producen los fósiles de insectos mejor conservados. Sin embargo, el ámbar se formó principalmente durante un periodo geológico relativamente reciente. Este estudio demuestra que los coprolitos pueden ser valiosos para estudiar la evolución temprana de los insectos y, al mismo tiempo, la dieta de los vertebrados extintos.
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