Por: Javier Valle Riestra / Vamos a ver un precedente de persecución penal, extradición y juzgamiento de un jefe de Estado. Es el caso de Felipe Pétain; lo trato para que nuestro Jefe de Estado actual sepa lo que le puede pasar al acabar su mandato legal o ilegalmente.
En un recientísimo bestseller de Marc Ferro titulado “Pétain”, se relata cómo el Mariscal Pétain, Embajador de Francia en España, va a despedirse del Generalísimo Franco en “El Pardo”. Había recibido un telegrama cifrado de Paul Reynaund, Presidente del Consejo, llamándolo a Paris, el día 16 de mayo de 1940, cuando ya Francia estaba virtualmente derrotada.
El Mariscal le dice al Generalísimo: Mi patria ha sido batida; me llaman para hacer la paz y firmar el armisticio.
Franco le responde sagazmente: No vaya. No entregue su nombre a lo que los otros han perdido.
Pétain replica: Lo sé. Pero mi Patria me llama y yo me debo a ella. Este es quizás el último servicio que yo pueda darle.
El 10 de julio de 1940, luego del armisticio, la Asamblea Nacional aprueba un artículo único por 569 votos a favor, 80 en contra y 17 abstenciones, en los siguientes términos:
Articulo único. – La Asamblea Nacional entrega todo el gobierno de la Republica, bajo la autoridad y la firma del Mariscal Pétain, al efecto de promulgar por una o varias actas una nueva Constitución del Estado francés. Esta Constitución deberá garantizar los derechos del Trabajo, de la Familia y de la Patria.
Será ratificada por la Nación y ejecutada por las asambleas que ella pueda crear.
La presente ley constitucional deliberada y adoptada por la Asamblea Nacional será ejecutada como Ley del Estado.
Vichy, 10 de julio de 1940
Albert Lebium, por el Presidente de la Republica
El Mariscal de Francia, F. P{etain, Presidente del Consejo
Era dudosa la legitimidad de esa ley expedida por una Asamblea que en 1939 había autoprorrogado su mandato y que delegaba indebidamente el poder constituyente en una persona. La III Republica era asesinada. La Constitución de 1875 era liquidada. Francia pasaba, sin tratado de paz, con un armisticio claudicante en cuya virtud medio país era ocupado por el enemigo, a aliada y colaboracionista del nazismo.
Por eso De Gaulle, desde el exilio, se puso a la cabeza de los franceses libres con su convocatoria radial del 16 de junio de 1940. El proscrito y el utopista, el irrealista, regresaría victorioso cuatro años después. Y Pétain, Mariscal de Francia, héroe de Verdum, que había hecho don de su persona, seria juzgado y condenado a muerte por alta traición