La invasión alienígena
Por: Tulio Arévalo van Oordt
Comparar las violentas protestas en Chile con una invasión alienígena, fue bien desatinado. Esa declaración de Cecilia Morel, primera dama chilena, esposa de Sebastián Piñera, debe haber provocado que el Presidente chileno se agarre a cabezazos contra la pared.
Lo peor es que la primera dama chilena no se quedó callada y en estos días de furiase filtró un audio, de una conversación por WhatsApp, en el que ‘la Ceci’ (así hablan los chilenos) le decía a una de sus amistadesque habría que “disminuir privilegios” y “compartir con los demás”.
Sin duda, esas dos declaraciones deben haber exacerbado aún más los ánimos de los chilenos. La protesta chilena parece la de un pueblo que se levanta contra un invasor extranjero; y la represión parece más una campaña de exterminio. Llamar ‘invasión alienígena’ a una protesta que no es contra el modelo de economía de libre mercado,sino contra la desigual distribución de la riqueza, exageradamente desigual. Un modelo que necesita correcciones con urgencia, en una sociedad como la chilena que ya no aguanta más, pues es una de las que tiene las mayores desigualdades económicas en el mundo.
Una sociedad a la que poco o nada le importado el pedido de perdón de su Presidente. Un perdón obligado al haberse convertido la protesta en ‘invasión alienígena’, por fina y desatinada cortesía de la primera dama chilena; un perdón soberbio, de esos que se piden al vuelo, dando la espalda y mirando de costado al ofendido; un perdón totalmente a destiempo, porque medio Chile ya está hecho puré. Un perdón acompañado además de medidas de carácter social, pero en algunos casos exageradas y hasta abusivas con los que más tienen, en un afán desesperado por compensar las desigualdades. Solo así se entiende ese impuesto de 40 % a los salarios que excedan los 11 millones de pesos (algo así como 15 mil dólares, casi 50 mil soles, de acuerdo al tipo de cambio).
O el subsidio a las medicinas, cuya venta es uno de los negocios del Presidente sureño, a través de la cadena de farmacias más grande de Chile (y Perú). Así, pocos chilenos, por no decir ninguno, creen en las medidas sociales, que los legisladores se demoran en aprobar, ocupados en su propia ‘bronca’ dentro del congreso ‘mapocho’.
Lo que se parece a una ‘invasión alienígena’, es la desigualdad en la distribución de la riqueza que genera el modelo. Esa es la verdadera ‘marcianada’. A diferencia de nuestro país, la formalización de la economía chilena, no deja margen al trabajador para ‘cachuelearse’ y compensar de alguna manera su salario.
Mirémonos en el espejo chileno. El modelo es bueno, pero necesita ajustes, es necesario hacerlos. Cambiarlo por un modelo estatista, de izquierda, en el que vuelvan las grandes corporaciones empresariales del Estado, sería retroceder a la década del 70, generar pobreza en vez de disminuirla. ¿Le interesara esto a un gobierno al que pareciera importarle solo concentrar todo el poder? ¿Le interesara al gobierno desarrollar una agenda social, que solucione los problemas de la gente, en vez de preocuparse por salvar el pellejo?
En el sur de Cáceres Llica y Aduviri, ya empezó la ‘guerra de los mundos’. No dejemos que se extienda ni que los radicales sigan avanzando.