Por: Omar Chehade
El 28 de julio de 1987, el ex presidente Alan García sorprendió al país cuando en su discurso de fiestas patrias ante el Congreso anunció su proyecto de estatización de la banca. Al día siguiente cuando varios periodistas le indicaron quen campaña había prometido respetar la propiedad privada y la banca financiera, el presidente espetó una frase para el bronce: “¡en política no hay que ser ingenuos!”.
Al igual que hace 32 años, Martín Vizcarra se presentó ante el Parlamento, solicitando “generosamente” el adelanto de elecciones, recortando su mandato y el parlamentario, pretextando la obstrucción congresal contra su gobierno y la lucha contra la corrupción. “El Perú primero”, dijo.
Tres días después del anuncio, presentó ante el Congreso su proyecto de ley de adelanto de elecciones intitulado: “Ley de reforma constitucional que prohíbe la postulación de quien ejerce la presidencia, y adelanto de elecciones generales”. El proyecto del gobierno, reproduce el artículo 112° de la Constitución sobre la no reelección presidencial inmediata.
Sin embrago, y aquí está la trampa, le agrega un párrafo innecesario por ser demasiado obvio a la luz del derecho y las leyes, cuando a la letra dice: “tampoco puede postular a la Presidencia de la República en las elecciones generales inmediatas quien en dicho periodo haya también juramentado al cargo de Presidente de la República”, refiriéndose tácitamente a su caso, en la que como primer vicepresidente del Perú sucedió a PPK por renuncia al cargo de presidente.
Ahora la pregunta es: ¿Por qué entonces Vizcarra que tenía solo la intención de presentar el proyecto de recorte de su mandato presidencial y del Congreso, contrabandea agregando un párrafo innecesario por obvio, sobre la imposibilidad que tiene el vicepresidente de la República que haya sucedido al presidente por muerte, renuncia o vacancia de éste, a postular nuevamente a ese mismo cargo? Es evidente que todo este lío se origina, porque Vizcarra quiere postular el año 2021 a la presidencia.
Todos los hombres de leyes sabemos que cualquiera de los jefes de Estado que hayan ejercido por sucesión la presidencia en dicho período, así haya sido por un día,están impedidos de postular a la reelección presidencial inmediata.
Pero Vizcarra, o piensa que sí se puede, o pretende forzar una interpretación en contrario sensu, por ello presenta un proyecto de ley innecesario al respecto. Es como querer criminalizar el asesinato cuando éste ya está tipificado en el Código Penal.
Él sabía que no le iban aprobar en el Congreso su reforma porque no contaba con los votos, entonces, cuando se presente ilegalmente a los comicios electorales, (aprovechando la enorme aprobación que le dan las encuestas) dirá que quiso modificar la norma constitucional y prohibir su reelección, pero que el propio Parlamento se lo impidió, y por tanto se sacrificará por el país y postulará a la presidencia.
Los dictadores no acortan sus mandatos, se perpetúan, porque “la voz del pueblo es la voz de Dios”. En política no hay que ser ingenuos decía un ex presidente.