Por: Aníbal Quiroga
La política es el arte de saber mandar y poder comandar una sociedad, un estado o una nación. Política viene de poder, por lo tanto, cuando alguien ejerce la política está ejerciendo el poder que le ha sido conferido.
En la antigüedad ese poder venía del uso de la fuerza, de la ley de la selva, del uso de las armas, o simplemente de la imposición de unos sobre otros. De ahí nacieron los reinos, los imperios y los autoritarismos y dictaduras.
Hoy día con el derecho constitucional en la democracia, el poder emana del pueblo y es conferida a través de elecciones a los mandatarios que son los representantes del Pueblo, bien sean los congresistas o los que van a liderar el Ejecutivo.
Sin embargo, el arte de la política es el arte de lo posible y no se puede estar sesgado por la necedad. No es posible que habiendo acabado las elecciones de segunda vuelta, con el resultado que hemos tenido, en donde las fuerzas de centro y de derecha al estar dispersas han facilitado el triunfo de la izquierda que al principio tenía tan solo el 19%, hoy en la elección de la Mesa Directiva del Congreso sigamos con esa misma necedad, dividiendo las fuerzas de centro, derecha y fuerzas democráticas, poniendo en riesgo el triunfo ante los sectores más radicales.
Lo que ha ocurrido en el Congreso es una necedad absoluta. Postular a una candidatura que se sabía de antemano que no iba a tener posibilidad de éxito alguno, pero que iba a restar votos a la coalición de centro derecha, que puede enfrentar de la mejor manera al gobierno de izquierda que se va a instalar en el Ejecutivo, ha sido francamente algo penoso y lamentablemente vaticina cual va a ser el accionar de estos políticos de acá en adelante.
No es justificación la impericia política. No es justificación no tener expertise político para poder enfrentar esto, porque para algo se postula al Congreso y para algo se participa en unas elecciones.
No tiene ninguna justificación inmolarse de esa manera, quitándole votos a una posición cercana a uno mismo, para facilitar que las posiciones de extrema izquierda tengan mayor posibilidad en el Congreso.
Eso no se entiende de ninguna manera y eso no es hacer política. Eso es seguir en un claro curso de franca necedad que augura un sombrío porvenir a quienes así lo han manifestado.