Por Martín Belaunde Moreyra
Tomo esa frase de los momentos más inestables de la III República Francesa, que resistió el ataque alemán en la I Guerra Mundial, pero que tuvo que rendirse en 1940 luego de la ofensiva de los ejércitos hitlerianos. En conversaciones familiares con mi padre, Víctor Andrés Belaunde, él consideraba que la política de lo peor, tal como la había observado en la década del 20 en Francia, consistía llevar al poder al más bajo gobierno posible, para buscar que fracase y provocar una reacción en sentido contrario. En Google se le vincula con la “cacocracia”, o sea el gobierno de los ladrones y pillos y se le define así: “para los extremistas de derecha o de izquierda, apoyar a los candidatos más malos que se puedan escoger, como un medio de provocar un contragolpe revolucionario que permita revertir el sistema” (traducción del autor). En la década del 30 del pasado siglo XX eso estuvo a punto de ocurrir en Francia, si bien el país reaccionó pero quedó debilitado cuando estalló la II Guerra Mundial con los resultados conocidos.
Esta situación guarda similitud con la actual confrontación que estamos viviendo en el Congreso en su empeño de tumbarse al Ejecutivo. Lo percibimos cuando la congresista Bartra descalifica a Martín Vizcarra diciendo que “el superpresidente actuó de inmediato…El ya procesó, juzgó y sentenció. El es todo en este país”. Sin darse cuenta la congresista Bartra defiende al prófugo Hinostroza cuando censura al Jefe de Estado por actuar diligentemente y gestionar ante el Presidente del Gobierno Español, que se le expulse de ese país y entregue a las autoridades peruanas para ser juzgado en el Perú. Vizcarra no emitió un fallo condenatorio, simplemente trató de buena fe, que el prófugo retorne al Perú por una vía más rápida que la extradición. Bartra además se olvida que eso también lo pidió Keiko cuando dijo que el gobierno debe “hacer regresar” (sic) al ya conocido prófugo.
Pero el ejemplo más notable de la política de lo peor es la pretensión de la bancada aprista de censurar al Presidente del Consejo de Ministro César Villanueva, por haberle ocultado al país que el gobierno sabía que Hinostroza se fugó el domingo 7 de octubre. Se basa en una frase textual de Villanueva dicha durante su exposición en el Congreso, que pudo obedecer a un error, aunque después Villanueva lo desmintió cuando dijo que él no buscaba una primicia, sino más bien una acción eficaz del gobierno actuando con reserva. Este tema es fundamentalmente opinable y el señor Vizcarra quizás renuncie de motu proprio si lo juzga conveniente para los intereses del gobierno.
Resulta difícil pensar que la crisis total del gabinete Villanueva ayude el pedido de extradición de Hinostroza. Tal vez hasta lo perjudique al contaminarlo con factores políticos. Sin embargo, el mundo no termina con la fuga y extradición de Hinostroza. Existen otros temas gravitantes en la conducción del país vinculados a muchísimo otros ámbitos. Las continuas renuncias de ministros (ya lo hizo el ministro del Interior) generan inestabilidad y complican el panorama económico del país. Si esos aspectos no interesan al Congreso definitivamente estaríamos entrando en la política de lo peor al juzgarla como un fin en sí misma, divorciada de la opinión pública.