La responsabilidad de Argelia en el conflicto del Sáhara

por | Dic 11, 2021 | Opinión

Ricardo Sánchez Serra

Empezaré mencionando, para entender mejor el tema, el difícil trance que pasó el Reino de Marruecos, luego de su independencia, para recuperar sus territorios, que les correspondía por la historia y la legalidad.

Es así que recupera, luego de difíciles negociaciones con España, Tarfaya en 1958, Sidi Ifni en 1969. España se mostraba renuente de entregar la región de Saquiet al Hamra y Oued Eddahab, conocida como el Sahara y es conveniente recordar, porque muchos países lo han olvidado, que el propio Marruecos en la década de los años ´60, pide a las Naciones Unidas incluir la región -como territorio no-autónomo- en el IV Comité ONU de Descolonización y que por eso hasta hoy se encuentra allí, y que en nuestro concepto es un tema de soberanía territorial. Para finalmente recuperar la región mediante los Acuerdos de Madrid en 1975.

Cabe destacar que la única reivindicación de este territorio, registrada internacionalmente, había sido la de Marruecos.

El objetivo de Argelia, que no es parte del problema, si no en sí, el verdadero problema para la paz en la región y el respeto de las fronteras, Argelia, ha tenido siempre como objetivo su salida al Océano Atlántico y una enfermiza ambición hegemónica regional, creando -junto con la Libia de Gadafi- el Frente Polisario, de ideología marxista e incluso de accionar y vinculada al terrorismo.

En su objetivo geopolítico, a Argelia no le importó que Marruecos haya ayudado en su lucha independentista con suministros y haya cobijado a sus líderes, protegiéndolos de los colonialistas franceses.

Creó no solo el Frente Polisario, sino permitió que este secuestre a miles de saharauis, en su territorio, en Tinduf y que se cree una república fantoche, la Rasd, en 1976 -que desplegó todo su aparato diplomático para que diversos países la reconozcan, en violación al derecho internacional que no reconoce gobiernos en el exilio-. Todo ello en el contexto de la Guerra Fría, pues Marruecos es prooccidental, es decir, respetuoso de la democracia y las libertades; mientras que Argelia se alineó con la Unión Soviética, es decir, con el comunismo y la opresión. Además, protege a su líder Brahim Gali, acusado por crímenes de lesa humanidad.

Como paréntesis, es bueno recordar, asimismo, la participación directa del ejército argelino en los ataques contra Marruecos en apoyo del Polisario durante las dos batallas de Amgala, durante las cuales varias docenas de oficiales y soldados argelinos fueron capturados Fuerzas Armadas marroquíes.

Por lo explicado, Argelia se opone a la integridad territorial de Marruecos y mina permanentemente los derechos legítimos de Marruecos y la paz en la región. Es más, utiliza diabólicamente como carne de cañón o escudo humano a los saharauis de Tinduf ante cualquier conflicto que provoque. Argelia financia, arma y sostiene diplomáticamente a los mercenarios del Polisario.

Acaban ustedes de observar la política belicista de Argelia hacia Marruecos, cerrando fronteras, clausurando el oleoducto del Magreb, rompiendo relaciones diplomáticas, negando el espacio aéreo a naves civiles marroquíes, e igualmente negándose a participar en las conversaciones de las Naciones Unidas, junto a Marruecos y Mauritania.

Por lo visto, no le interesa el arreglo pacífico de controversias estipulado por la Carta de las Naciones Unidas. Y ni qué decir de su prensa oficial, que hace propaganda a los separatistas, crea fake news y es un aparato belicista.

Hay que recordar, asimismo, que Argelia y su títere, el Polisario, hicieron naufragar el Plan de Arreglo de 1991 -propuesto por el insigne peruano Javier Pérez de Cuéllar, entonces secretario general de la ONU, en el tema del censo de la población y el referendo, que diez años antes había sido propuesto por Marruecos.

También hay que mencionar la posición del Polisario de romper hace más de un año, el alto al fuego, contraviniendo su compromiso y resoluciones de la ONU, e inventando partes de guerra, al día de ayer van 391, de los que solo se los creen ellos. Si fuera cierto, el Consejo de Seguridad habría encendido el semáforo. Sí les llamaron la atención por obstruir la libertad de movimiento de la Minurso; y que Argelia no permita el censo a la población secuestrada, que vive en situación inhumana, sin libertades y que le haya negado agua y electricidad, por más de 45 años. Y que sus títeres desvíen la ayuda humanitaria internacional.

Además, Argelia, irresponsablemente, delega en esa banda, llamada Polisario, la autoridad sobre parte de su territorio, en violación de numerosos instrumentos internacionales de derechos humanos. Y los dos entes son responsables, también, del ilegal, condenable y siniestro entrenamiento de niños soldados saharauis.

Tampoco hay que olvidar los asesinatos de los saharauis de Tinduf por parte del ejército argelino.

Continúa siendo preocupante que tanto Argelia, como el Polisario, se nieguen a proporcionar los datos más elementales sobre la situación de los derechos humanos en Tinduf y no permitan las visitas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y de otros órganos internacionales.

No voy ahondar en temas técnicos, pero la verdad es que Argelia y el Polisario no buscan una solución, sino que buscan lo imposible: desaparecer a Marruecos y repartirse el territorio. Argelia, a pesar de su abundancia en recursos, no encuentra cómo solucionar su grave crisis social y económica, -agravada por su incesante compra de armas-, más que apelando a una inexistente amenaza externa.

Para nadie es desconocida las manifestaciones masivas de Hirak, que exigen un gobierno civil y no militar y denuncian la galopante corrupción, la fracasada campaña de vacunación y un malestar social generalizado.

A pesar de los esfuerzos continuos de Argelia por escalar el conflicto, ha tenido repetidamente fuertes derrotas diplomáticas en la Unión Africana, en las Naciones Unidas y a nivel internacional en general. Y es Argelia, y no el Polisario, quien tiene que sentarse a conversar con Marruecos la solución al conflicto artificial, que pasa por aceptar la irrenunciable, seria y creíble autonomía, ofrecida por Rabat.

En cambio, Marruecos apela al respeto de las resoluciones de la ONU, a la paz y la estabilidad y la solución pacífica de las controversias. Además, el mundo ha podido constatar, que, frente a la belicosidad de Argelia, ha demostrado paciencia, tolerancia y ha extendido la mano, con importantes mensajes de paz del Rey Mohamed VI y ayuda frente a los incendios forestales ocasionado por causas naturales, que Argelia lamentablemente rechazó.

(Intervención en la videoconferencia organizada por la Coalición por la Autonomía del Sáhara «Ausaco»)

 


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