Mientras el Metro de Lima lucha por completar la Línea 2, Santiago de Chile ya proyecta finalizar la Línea 7.
En un panorama que refleja las diferencias en el desarrollo de infraestructuras de transporte en Sudamérica, la ciudad de Lima continúa trabajando en la Línea 2 del Metro, un proyecto que ha enfrentado numerosas demoras desde su inicio en 2014. Con una longitud de 26,87 kilómetros y 27 estaciones previstas, la Línea 2 ha visto su fecha de finalización pospuesta en varias ocasiones, estando ahora programada para concluir entre 2028 y 2029. Esto contrasta con la situación en Santiago de Chile, donde la Línea 7 del Metro, que tendrá 26 kilómetros y 19 estaciones, se espera esté terminada para 2028, apenas 9 años después de iniciarse su construcción en 2019.
El Metro de Lima, que busca mejorar la conectividad en una ciudad que carece de un sistema de transporte público eficiente y de amplio alcance, ha tenido que enfrentar múltiples obstáculos que han retrasado su avance. Inicialmente, la Línea 2 debía estar lista en 2020, pero factores diversos han llevado a que solo ciertos tramos estén operativos. Este proyecto, vital para mejorar la movilidad en la capital peruana, es ahora una promesa que se arrastra año tras año.
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Por otro lado, Santiago de Chile se presenta como un modelo de movilidad urbana avanzada en la región. La ciudad cuenta con un sistema de transporte público que incluye una red de buses eléctricos a la par de ciudades como Londres y Hong Kong, y un metro que ya suma 143 estaciones a lo largo de 149 kilómetros. La Línea 7 es un nuevo hito en este contexto, consolidando a Santiago como una ciudad pionera en transporte público en Sudamérica.
El contraste es evidente: mientras que el Metro de Santiago se enfoca en la culminación de su séptima línea, Lima sigue luchando por completar la segunda. La inversión en ambas infraestructuras también revela disparidades significativas: mientras la Línea 2 de Lima requiere una inversión de más de 487 millones de dólares, la Línea 7 de Santiago demandará más de 2.500 millones de dólares.
El progreso de estas obras no solo refleja las prioridades y capacidades de cada ciudad, sino también la rapidez con la que están avanzando hacia soluciones modernas de transporte. Mientras Lima aún lucha por completar la Línea 2, Santiago avanza a paso firme hacia una red de transporte más robusta y eficiente, consolidando su liderazgo en la región.
