Por: German Lench Caceres / La propagación del COVID-19 ha generado una recesión abrupta en el ciclo económico, la proyección del PBI 2020 para el Perú según el Banco Mundial es de (– 4.7%). La actividad económica se ha reducido y ha generado una disminución del consumo, de la inversión y de la producción de bienes y servicios, lo cual provoca a su vez que se despidan trabajadores y por tanto, aumente el desempleo.
El desafío de la ministra de economía María Antonieta Alva es reabrir o no la economía mientras continúa la crisis del covid-19. Algunos abogan por volver a las actividades normales para proteger los empleos y las actividades económicas, otros defienden el aislamiento obligatorio para salvar vidas.
La ministra de Economía reconoce que el Ejecutivo ha tenido falencias y problemas para la implementación y desarrollo de medidas, en especial en lo referente al apoyo a la población pobre y desempleada, en el estado de emergencia nacional.
Pero se le advirtió a la ministra, que en la formulación de las medidas para estabilizar la economía se debía aumentar el gasto hasta que la demanda del sector privado y el empleo vuelvan a tasas de crecimiento saludables.
Habría que agilizar y ejecutar planes, programas y proyectos de inversión pública para mejorar y orientar la distribución de los recursos públicos a nivel nacional, regional y local complementando la inversión privada.
Y se convoque al Centro Nacional de Planeamiento Estratégico – CEPLAN ya que carecemos de planificación estratégica, prevención y visión de futuro.
El premio Nobel de Economía, Paul Michael Romer ha creado un plan para responder a la crisis económica y sanitaria llamado (’Hoja de ruta para reabrir responsablemente América’), que se basa en hacer la mayor cantidad de pruebas de covid-19 a la población lo más rápido posible para comprobar su estado de salud. El plan se justifica teniendo en cuenta que la economía no puede permanecer cerrada y hay que enfrentar el virus, porque el escenario de una economía cerrada es insostenible para el país.
Si parte de la población está infectada, se podrá hacer un aislamiento de esas personas y permitir que el resto, que no está contagiado, regrese a sus labores productivas.
Lo que podemos hacer es una respuesta adecuada de política macroeconómica a través de un gasto fiscal agresivo con una inversión pública significativa, y apoyo de asistencia social a trabajadores, empresas y otros agentes afectados.
Las lecciones son claras: la combinación de una política monetaria agresiva e intervenciones fiscales tímidas deja a los inversores privados una interrogante de «esperar y ver» y alienta la especulación.
En la recesión actual, existe el riesgo de que una acción fiscal lenta podría aumentar el alto riesgo de contagio. El gobierno debe dar una señal clara de que la preocupación de la salud pública es lo primero.
Si bien existen cuellos de botella, la verdadera restricción que enfrenta la economía es la falta de gasto especializado, en inversión en infraestructura física y social, así como en investigación e innovación financiadas con recursos públicos. Además, el progreso técnico y el crecimiento de la productividad esta frenado por el bajo gasto en estas actividades.
(*) Economista