Antero Flores-Araoz
Hoy por hoy, nuestra patria tiene el privilegio de haber cerrado fronteras, determinando con acuerdos o sentencias, los correspondientes límites.
Los acuerdos de paz, tratados internacionales y sentencias supranacionales que fijan límites, fueron posibles después que nuestras Fuerzas Armadas, con la colaboración de la Policía Nacional, se enfrentaron en batallas a combatientes extranjeros.
Nuestros soldados y policías que defendieron nuestro territorio, espacio aéreo y Mar de Grau, han recibido innumerables reconocimientos, sinfín de diplomas, algunas medallas, otras distinciones y muchísimos discursos. Por “floro” en ceremonias no queda la cosa, aunque se incumple desde el Estado en otorgarles recompensas, pensiones, actualización de pensiones y otros beneficios económicos y de diverso orden, dispuestos por leyes expresas.
Hemos visto como a nuestros soldados, vencedores de la Campaña de 1941, durante décadas se les ha postergado las compensaciones que la Ley les había otorgado por su participación bélica y heroica. Acompañé durante un buen tiempo a esos ya ancianos excombatientes en sus reclamaciones ante la Hacienda Público, la cual accedía tímidamente en atender los justos reclamos, y cada año quedaban menos valerosos exsoldados para concurrir a las ventanillas de pago y recibir minúsculas retribuciones.
Lo ocurrido con los ex combatientes de 1941, se ha repetido con los de los años 1978, 1981 y 1995, que, pese a ya vestir canas, siguen siendo ignorados por autoridades que no cumplen con las retribuciones y beneficios que la Ley les ha otorgado desde mayo del 2016 (Ley 30461).
Mucho ruido y pocas nueces reza el refrán, el que podíamos sustituir por mucho discursito y pocas monedas. No es justo que a quienes enfrentaron a fuerzas foráneas, pusieron sus vidas y pecho al servicio del país reciban el maltrato de las generaciones que los han sucedido, con olvido de sus actos de valor y arrojo que van mucho más allá que el cumplimiento del deber.
Nuestros heroicos soldados combatieron en el Alto Comaina, en la Cueva de los Tayos, en el Cenepa y en Tiwinza, entre otros frentes, y sin esos previos combates quizás no hubiere sido posible llegar a los Acuerdos de Paz con la hermana República del Ecuador, con la que también se ha cerrado la frontera marítima. Sin embargo, ¡que mal les pagamos a tales soldados! con olvido de sus heroicas acciones, y lo que es peor, sin entender que cada día de postergación en el pago de sus beneficios económicos, es un día menos de disfrute, considerando sus respetables edades.
Gracias a los soldados a los que nos referimos, hoy en lugar de enfrentamientos estamos en tareas comunes ecuatoriano-peruanas para desarrollo de las zonas fronterizas, para llevar a cabo el ambicioso proyecto binacional de los Ríos Puyango y Tumbes. Incluso hacemos seguimiento en los gabinetes simultáneos y conjuntos.
Al igual que no podemos dejar de cumplir con nuestros soldados, hay que recordar pendientes como la carretera a Tiwinza y los dos centros de navegación y comercio amazónico.