ÁNTERO FLORES-ARÁOZ
En los primeros días del mes, el diario español “El País”, informando sobre la campaña del candidato Petro a la presidencia de Colombia y supuestamente avalado por noticias difundidas por importante cadena noticiosa internacional, refiriéndose al M 19, lo calificó como “una guerrilla urbana con vocación social demócrata”, expresión que nos alcanzó con justificada crítica Aldo Mariátegui desde Madrid.
Ni el Movimiento 19 de Abril (M 19) ni las FARC ni el ELN, que estuvieron aliados buen tiempo en Colombia, pueden ser considerados benévolamente como guerrilla urbana y menos social demócrata, pues no olvidemos que además de ser subversivos actuaron también en zonas rurales, secuestraron personas, atentaron contra la vida e integridad física de muchos colombianos y destruyeron propiedad pública como privada.
Por otro lado, el M 19 asaltó el Palacio de Justicia en Bogotá y tomó 350 rehenes, sembrando el terror al igual que los otros movimientos similares.
Haciendo un símil con el Perú, nos indignaría la calificación de guerrilla urbana para el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) o Sendero Luminoso, que asociados con el narcotráfico y también con financiamiento foráneo, han ocasionado millares de muertes y desaparecidos, como lo reconoció el informe de la Comisión de la Verdad (CVR).
Secuestraron y quitaron la vida a varios empresarios, derrumbaron torres de distribución de energía eléctrica, que dejaba ciudades enteras sin electricidad y de suyo también sin agua potable al no funcionar los correspondientes motores.
Pusieron coches bomba en Villa El Salvador y en la calle Tarata de Miraflores, llegando también a tomar la residencia del embajador de Japón, con los invitados que festejaban el natalicio del Emperador, y que en limpia y eficiente operación llamada “Chavín de Huántar” se pudo recuperar.
Más irritación todavía nos generaría que a los grupos terroristas a los que nos acabamos de referir, se les asigne vocación social demócrata, como también pudieron expresar la social cristiana o de otras ideologías políticas esencialmente democráticas, que tienen entre sus objetivos el desarrollo de sus países para elevar el nivel de vida de su población en aras del bienestar general.
Los que integran los colectivos terroristas a los que nos referimos son delincuentes criminales, que lesionan y matan, que destruyen, que dejan viudas y familias en desamparo y, que atentan contra la tranquilidad a que tienen derecho los seres humanos.
No se trata pues de figuras románticas y legendarias tipo Robin Hood, que bajo la impronta de defender a los pobres y oprimidos, desvalijaba a los pudientes. Tampoco en el caso de mujeres terroristas que emulan por ejemplo a luchadoras sociales como Eva Perón y menos aún a Sor Teresa de Calcuta.
Las mujeres terroristas son tan sanguinarias como los varones integrantes de dichos grupos armados, con el agravante que entrenan hasta a menores de edad para sus torvos propósitos.
Hay que decir las cosas como son y al hacer calificaciones, con la verdad, sin falsos romanticismos ni levedad. Los asesinos son delincuentes, que carecen de buenas intenciones como supuestamente pudo tener el mítico Che Guevara.
