Sequías, altas temperaturas y actividades criminales son las principales causas.
Suramérica se encuentra sumida en una catástrofe ambiental debido a una ola de incendios forestales sin precedentes. Según datos del Instituto Brasileño de Investigación Espacial (Inpe), entre enero y el 12 de septiembre se han registrado más de 350.000 incendios en la región. Brasil, Bolivia, Perú y Colombia figuran entre los países más afectados, donde las sequías, el calor extremo y la acción de criminales han agravado la situación.
Brasil encabeza la lista de los países más golpeados por esta emergencia, con 176.617 incendios desde el inicio del año. La región amazónica es la más perjudicada, con 3.502 focos activos en septiembre. El estado de São Paulo ha sido particularmente afectado por las llamas y el humo, lo que ha movilizado a 15.000 efectivos, entre bomberos y voluntarios, para combatir el fuego. A pesar de los esfuerzos, las autoridades advierten que la sequía más grave desde 1950, sumada a incendios provocados, ha intensificado el desastre.
Bolivia también se enfrenta a una situación crítica, con 63.537 incendios en lo que va del año. El gobierno ha declarado emergencia nacional, mientras comunidades enteras, como Río Blanco y Palestina, han sido evacuadas ante la inminente amenaza de las llamas. El daño ambiental es devastador, con más de 3,8 millones de hectáreas destruidas. Además, se teme por la extinción de especies en la Chiquitania, una región cercana a la Amazonia que alberga flora y fauna únicas.
En Perú, la situación no es menos grave. Desde agosto, se han reportado 87 incendios forestales en 16 regiones, de los cuales 49 permanecen activos. El gobierno ha desplegado aviones y helicópteros para combatir el fuego en regiones como Tumbes, Cuzco y Amazonas. Aunque algunos incendios han sido controlados, la amenaza sigue latente, con miles de hectáreas destruidas.
Por su parte, Colombia enfrenta focos activos en varias regiones, incluyendo Tolima y Huila. Las autoridades han respondido con despliegue militar y equipos especializados para contener las llamas, que han arrasado más de 5.000 hectáreas en el país.
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Esta crisis ambiental pone en evidencia la vulnerabilidad de Suramérica ante el cambio climático y la falta de control sobre actividades humanas que incrementan el riesgo de incendios.