Por: Alter B. Himelfarb W. / El mito del comunismo (I)

por | Abr 24, 2021 | Sin categoría

Indudablemente, que Carlitos Marx y su seguidor Lenin, fueron personas inteligentes, tan inteligentes que engañaron a media humanidad por más de un siglo. Y lo más grave, todavía siguen «cayendo» incautos.

Con el cuento » chino», de que la felicidad del pueblo, llegaría cuando el Estado fuera dueño de los Medios de Producción, lograron mantener engañados a los Rusos, a los Chinos, Vietnamitas, a Fidel Castro, al Ché, etc. Ortega y Evo tienen sus propias fórmulas de engañarse a sí mismos, etc. Los seres humanos, no somos iguales. Tenemos diferentes estaturas, pesos, cerebros o cacumen. A algunos les gusta la música, a otros la pintura, la ingeniería química o civil o arquitectura o medicina, o ser profesores, etc.

Algunos más activos que otros, con la «chispa» adelantada; aprenden rápido un idioma, otros son lentos, etc… Resumiendo, los seres humanos, no somos iguales uno a otro. Y porque tenemos amor propio, esperamos un reconocimiento a nuestros esfuerzos individuales: Con palabras, con dinero, con ascensos, etc.

Por esa «sencilla» razón, el tal comunismo no prosperó ni nunca prosperará, porque está lleno de falacias de distracción. En la práctica, Rusia no es comunista hoy en día, ni China, ni los países de Europa Oriental, por decenas de años con la «bota» encima, del poder ruso.

Pero en cambio, como cosa rara, todavía hay grupos de «pendejos» latinoamericanos, que le siguen poniendo velas a la doctrina intocable de Marx y de Mao. Ejemplos: Maduro, Ortega, Evo, Correa, las FARC, el ELN, el Sendero Luminoso, etc. (En China, que es quien pone la cara, como el dinosaurio marxista leninista actual, ya ni siquiera utilizan el «librito rojo de Mao») A propósito, circula un chiste: Una persona va a la Biblioteca y le pregunta a la Secretaria: «Por favor el libro: EL POLÍTICO HONRADO». La Secretaria le contesta: «Al fondo del pasillo, en la sección de CIENCIA-FICCIÓN».

Qué pasaría si nuestros políticos no se robaran el dinero del Estado y acometieran las obras de carácter social, con honestidad, con honradez, sin despilfarros. Hace 200 años, nuestra población estaría educada, habrían cursado estudios universitarios, estarían -esas mismas personas que hoy atraviesan pobreza- devengando salarios de mayor ingreso como profesionales y estarían viviendo con comodidad, con un mejor nivel de vida.

¿Entonces, dónde radica verdaderamente el problema de la injusticia social? ¿Dónde, si no en los saqueos y sobornos y en la desidia de quienes organizan las compras y las licitaciones, «tipo Sastre»?. No es como dicen estos mamertos, que es culpa del «capitalismo».

¿Cómo es posible, que en Dinamarca, Nueva Zelandia, Suecia, Finlandia y Singapur, de cada dólar se roban entre 12 y 15 céntimos, mientras que en Colombia, Ecuador, Perú, Kazajistán y Serbia, de cada dólar, nos robamos entre 62 y 65 céntimos?

¿Por qué los primeros 5 países roban poco, a diferencia de los siguientes 5? ¿Qué, acaso son los primeros 5 países, de «mejor familia» que los 5 siguientes?

Pamplinadas. He ahí el problema. Si hay un gobierno honesto, que trabaja buscando SOLUCIONES a los desequilibrios sociales, o sea, buscando solucionar las injusticias sociales, «caemos en cuenta», de que el «cuento chino» de la teorías de «Carlitos» Marx ha engañado a la humanidad.

El mal está en la corrupción gubernamental y hay que corregirla de un tajo, porque esa corruptela es la que ha traído miseria a nuestros pueblos latinoamericanos. No ha sido el «Capital», sino la corrupción debida a la falta de controles, a la falta de honradez y a la falta de solidaridad social, de quienes desde diferentes posiciones en el Gobierno, en el Estado, meten las sucias y podridas mentes, «matando» los deseos justos de la población, hacia un mejor vivir.

China, hoy en día, es la SEGUNDA ECONOMÍA MUNDIAL. Pero para llegar a ese nivel, quiéranlo o no los mamertos, tuvo que introducir una economía de mercado, una economía a base de propiedad privada. Ya hablaremos de esto.

(*) La Dirección no se hace responsable por los artículos firmados.


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