Hace un buen tiempo que se viene anunciando para el 19 de julio la “toma de Lima”, luego ampliada a todo el país y, para evitar acusaciones de incitación a la violencia, los organizadores visibles y no de las marchas y protestas, dijeron que ellas serían pacíficas.
¿Se les puede creer a quienes continuamente generan violencia, odios, atentados contra la vida e integridad de nuestros compatriotas, así como daños a la propiedad pública y privada? Claro que no se les puede creer, pues siempre han advertido que las protestas serán pacíficas, pese a lo cual no lo han sido, pues se han dado maña para que los incautos les crean y al final salgan mal parados, pues serán ellos los acusados de violencia, dado que concurrirán presencialmente a las marchas y manifestaciones, mientras que los azuzadores se esconderán dentro de los grupos de ingenuos que fueron alevosamente engañados.
Normalmente para las concentraciones y marchas a las que nos referimos hay objetivos, que no siempre son visibles, a los que llaman “plataforma de lucha”. Para el 19 de julio se ha determinado que la motivación de la protesta es para que Dina Boluarte deje la Presidencia, se cierre al Congreso, se convoque a nuevas elecciones y también a una Asamblea Constituyente. Nada de lo señalado, y lo saben muy bien los organizadores, es atendible de acuerdo con la normatividad legal vigente y para ser acatada tendría que previamente haber una modificación constitucional parcial.
Como los objetivos “oficiales” de las movilizaciones no son factibles de lograr, tienen una motivación escondida, que tenemos que “ponerla al fresco”. El objetivo es sembrar el caos en el Perú, tomar carreteras, impedir el tránsito de vehículos con personas o mercancías, enfrentarse a la Policía y fuerzas del orden que estarán bajo su ataque, herir y lesionar a la población civil, cuando no atentar contra su vida, así como destruir gravemente las obras públicas y privadas que con tanto sacrificio y esfuerzo se han construido.
Pera hay pretensiones paralelas, siendo una de ellas el generar miedo, temor en la población a las acciones de violencia y, con ello se inhiban de realizar sus actividades cotidianas, lo que también dañará al desarrollo del Perú. La otra motivación es perturbar la buena disposición ciudadana de celebrar el 202 aniversario de la independencia, o sea nuestras “Fiestas Patrias”, en que se rinde homenaje al Perú, a quienes nos independizaron, a nuestros héroes y, se rinde culto a la bandera, al escudo y a nuestro himno. En realidad es un grave atentado contra la peruanidad.
Como colofón de hacer las protestas días antes de la mayor conmemoración cívica anual, es asustar a los ciudadanos, con lo cual hay personas que dejarán de hacer sus compras con la gratificación de julio, los comerciantes dejarán de vender los productos con los que se abastecieron, al no poder vender tampoco podrán pagar su precio a los proveedores, todo lo cual hará una cadena de incumplimientos con grave daño a la economía del país.
Por eso, no se dejen asustar, pero estemos alertas para impedir el caos, ello con la ayuda de nuestra Policía y fuerzas del orden, que deben recibir el respaldo de las autoridades, de la ciudadanía y de la prensa para cumplir a cabalidad su rol de resguardar la tranquilidad pública o de recuperarla en caso fuese necesario.