Cuando hay operaciones, sean ellas militares, policiales o conjuntas, para combatir al terrorismo, así como al narcotráfico, es frecuente que los enfrentamientos produzcan lamentables bajas y heridos entre los miembros de las fuerzas del orden, e igualmente entre los delincuentes.
Efectivamente, cuando hay beligerancia incluso es frecuente la existencia de daño colateral, e infrecuente que no existan bajas, lo que nos lleva a afirmar que hay que tener mucha preocupación cuando pasan semanas, meses y hasta años, sin que se produzcan afectaciones a la integridad de los combatientes, lo que significa que no están haciendo las operaciones necesarias para terminar con los terroristas y narcotraficantes, muchas veces asociados, principalmente en la zona de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, también llamada VRAEM.
Algunas veces cuando se producen bajas en las fuerzas del orden, en los combates contra el terrorismo y narcoterrorismo, se alzan algunas voces reclamando a los ministros de Defensa y del Interior, así como a las jefaturas de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, por lo acontecido, piden explicaciones, exigen información sobre los operativos y además hay veces en que solicitan información sobre las próximas operaciones de interdicción contra los grupos delincuentes a los que nos hemos referido.
Si bien es cierto que el Congreso tiene la facultad de fiscalización, no es menos cierto que tiene que tener prudencia, sobre todo cuando se trata de información clasificada, que de hacerse pública, quitará eficiencia a las fuerzas del orden para ulteriores acciones, ya que los delincuentes a los que hay que combatir no son mancos, tienen estrategias y tácticas, conocen como palma de la mano las localidades o zonas en que actúan, en que además es fácil sorprender a quienes los confrontan por ser de montaña y bosques.
Cualquier información sobre el particular, es mejor que se produzca en sesiones reservadas en la Comisión de Defensa o en la de Inteligencia, pero también con mesura, pues no es conveniente la divulgación, así sea restringida, de operaciones militares y policiales.
Lo que nuestros parlamentarios deben exigir, es que se “opere”, que nuestras fuerzas del orden no estén paralizadas o semiparalizadas o simplemente fingiendo presencia. Tan pertinente es la mencionada exigencia, que los llamados rezagos del terrorismo, lejos de reducirse han aumentado, al igual como el narcotráfico que los financia, que como sabemos se nutren de los cocales que han aumentado vertiginosamente, sobre todo en los últimos años con gobiernos ineficientes que con su abstención le han hecho el juego a los terrucos.
Por otro lado, no olvidemos que el narcoterrorismo que mueve fuertísimos recursos económicos, se esmera en tratar de usar parte de ellos para la adquisición de armamento e incluso para sobornar a algunas autoridades y lograr que no hagan nada, lo que nos lleva a reclamar mayor rotación de las fuerzas de resguardo de nuestro país en el VRAEM, así como dotarlas de los equipos y facilidades que requieren. Esto es vital y de urgencia, y sin olvidar que quienes caen en tales combates o son heridos, son héroes de la patria y sus familias requieren la atención del Estado, más que diplomas y distinciones.