Por: Antero Flores Araoz / Cuando todo el Perú está preocupado por el CORONAVIRUS y sus efectos en la vida y salud de la población, así como las consecuencias económicas y sociales que originará, un grupo de parlamentarios de Unión por el Perú, pretende que se llame a una Asamblea Constituyente.
Recordemos que Unión por el Perú, fue el partido que fundó Javier Pérez de Cuellar y que, esos parlamentarios con su actitud, poco favor profesan a su memoria y peor aun cuando se dejan conducir por el antisocial Antauro Humala.
La propuesta legislativa en cuestión tiene cuatro pretensiones, no necesariamente cohesionadas. La primera es derogar la actual Constitución de 1993, dejando transitoriamente vigente la estructura del Estado. La segunda es restablecer temporalmente la Constitución de 1979 pero con la estructura del Estado prevista en la de 1993. La tercera es convocar a Asamblea Constituyente para aprobar nueva Constitución. La cuarta y última, es que la tarea de la Asamblea se haga sobre la base de un proyecto constitucional que prepararía la actual Comisión de Constitución del Congreso.
Lo inorgánico de la proposición nos releva de mayores comentarios, pero no de expresar, que se presenta como contrabando, cuando el país está en otras preocupaciones.
Los supuestos argumentos para proponer una nueva Constitución son meras falacias. La primera que el autogolpe del 05 d abril de 1992 fue para cambiar la Constitución de 1979. Falso, la Constitución de 1993 fue el fruto de una transacción política, realizada en la Asamblea de la OEA el 18 de abril de 1992 en Nassau, en que el autor de esta columna representó a la oposición de aquella época. Las pretensiones estaban encontradas, Fujimori quería gobernar sin Congreso y la oposición deseaba que él dejase el cargo. La transacción fue: se queda quien ejercía la presidencia y se convoca a un Congreso Constituyente, con las atribuciones adicionales de un Congreso ordinario.
Otra de las falacias es acusar a los partidos que concurrieron al Congreso Constituyente de aquel entonces de ser displicentes con la democracia y de estar representados por líderes caducos. Los partidos que concurrieron a dicho Parlamento lo hicieron para recobrar la democracia, tarea difícil y que, demandó varios años, pero se logró, lo que demuestra no displicencia sino vocación democrática. Participé en tal Congreso y puedo dar fe de ello. La presencia parlamentaria de oposición impidió que la mayoría hiciese lo que le viniera en gana.
Lo que ya llega al paroxismo es afirmar como argumento para debatir una nueva Constitución, que la actual sea culpable que el país no se haya desarrollado. No sé en qué país viven los autores del proyecto, dado que son las bases y reglas económicas de la Constitución de 1993,
las que han permitido que se realicen importantes inversiones, las que han dado miles de miles de puestos de trabajo, que hicieron reducir el desempleo como también disminuir la pobreza y pobreza extrema. Y, lo que es más destacable, creció la clase media.
En otros artículos volveremos sobre el tema.