Por: Ántero Flores-Araoz / Al Ministerio de Cultura, le han caído críticas tanto como golpes a bombo de fiesta patronal, con yunza o sin ella. El motivo, pues conocidísimo, por haber dado subvención económica para la distribución y difusión de película, en que solo faltó llevar a Hugo Blanco a los altares. A ése desatino, se le agregó la disparatada justificación de la actual conducción del Ministerio, a la mencionada subvención, en comunicado que probablemente pasará a enriquecer los anales de los desaciertos.
Supusimos, aunque con lamentable error de apreciación, que para el futuro el Sector Cultura se cuidaría de que no volviese a pasar nada parecido. Nos equivocamos y lo reconocemos, el Ministerio de Cultura no escarmienta y ha aprobado, a través de sendas resoluciones publicadas en el diario oficial “El Peruano” a finales de junio y principios de julio del presente año, bases de línea de apoyo económico para nuevas competencias.
Nada de extraño tendría, si en tales bases se hubieran cuidado de incluir algunos candados para que no volviese ocurrir tamaño escándalo, como fue la financiación estatal a la difusión de la película de marras. Penosamente no hay candados, como pudo ser -entre otros-la prohibición de hacer apología a quienes hubiesen perpetrado delito o, por ejemplo, promover supuestas obras culturales que colisionen con la dignidad humana, que constitucionalmente es el fin supremo de la sociedad y del Estado. También se pudo excluir a cualquier obra que en alguna medida atente contra el sustento de nuestra República soberana, basado en los principios democráticos, sociales y de independencia.
Podrían contestarnos diciendo que cultura, en su amplia acepción, es el “conjunto de conocimientos que permiten a alguien desarrollar su juicio crítico” (Diccionario RAE). Sin embargo, lo que requerimos es la difusión y protección de nuestra cultura originaria, enriquecida con la europea y judeo-cristiana, en que prevalezcan nuestros valores y no la destrucción de los mismos o las expresiones –por más artísticas que puedan ser- que exaltan o estimulan la violencia, el delito, el terror, el cambio de democracia representativa o promuevan la afectación de nuestro Estado.
Escudriñando en el tema de la cultura, encontré el discurso del Papa Juan Pablo II, el 02 de junio de 1980, ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que nos ayuda a comprender el ámbito de lo cultura. Allí señaló que “… la primera y esencial tarea de la cultura en general, y también de toda cultura, es la educación”.
Agrega que “La educación consiste, en efecto, en que el hombre llegue a ser más hombre, que pueda ser más y no solo que pueda tener más, y que, en consecuencia, a través de todo lo que tiene, todo lo que posee, sepa ser más plenamente hombre”.
Ojalá nuestros funcionarios leyesen más, y lo asimilen, con lo cual cometerían menos errores y serían menos criticados por la ciudadanía, cuando cometen yerros como a los que nos hemos referido al iniciar estas líneas.