El clima de confrontaciones, denuncias, acusaciones, enfrentamientos e insultos que venimos observando en el país desde hacen algunos meses, no es nada constructivo, aunque si destructivo pues viene generando serias desconfianzas en el Perú, en sus instituciones públicas y en los representantes de estas últimas.
Los verbos denunciar y acusar, conjugándose en todos los tiempos y personas, se han vuelto sumamente odiosos, pues carecen de freno y, cuando se ejercen imprudentemente las denuncias y acusaciones sin sustento suficiente, lo único que se logra es desincentivar a los inversionistas, que buscarán otras latitudes para poner sus capitales, ya que no pueden confiar en un país convertido en desmadre y con altísimo desorden.
La desconfianza en el país es una situación sumamente grave, no solo porque inhibe de invertir a los emprendedores que podrían generar fuentes laborales, tan necesarias en estos tiempos de crecido desempleo, sino porque recuperar la confianza lleva tiempo. Se pierde la confianza en un dos por tres, pero su recuperación es lenta y onerosa. Se puede destruir en un segundo, pero la propia creación, atribuida al Altísimo, demoró por lo menos siete días, pero nadie sabe a ciencia cierta los años que contuvo cada uno de dichos días.
Por otro lado, estamos en los meses previos a que se desarrolle una nueva reunión de APEC, en que vendrán los presidentes y/o primeros mandatarios de países que se encuentran en el rubro de los más ricos, incluidos los que tienen vocación de serlo. Están anunciados los presidentes Biden y Xi, de Estados Unidos y China, entre varios otros, quienes podrían hasta cancelar su viaje al Perú, si siguen observando lo que relatamos en la presente nota.
En breves años también seremos sede de los juegos panamericanos, con asistencia de deportistas de muchas naciones, delegaciones que podrían verse compelidas a no asistir, dado el clima que se vive en nuestra patria.
Esta situación de mutuas acusaciones entre las altas autoridades del Estado, no dejan a nadie incólume, a todos les cae el guante y, lo que es peor, la población piensa que todos los altos funcionarios de la patria no merecen estar en el sitial que les corresponde y, por ello, claman para que se vayan todos, lo cual es tan irresponsable como la actitud de conflicto institucional permanente, en que se hacen acusaciones alegremente, sin siquiera mediar alguna investigación seria y confiable.
Ni lo sospechen, no estamos invocando ni proponiendo impunidad, sino responsabilidad. Si hay corruptos y transgresores de la Constitución, su morada debe ser la cárcel, pero con previas investigaciones serias y prolijas, pero no lo que estamos viendo que por pantallazos o algunas irresponsables primeras planas, se afecte alegremente el prestigio, buen nombre y reputación de personas que se vienen arrepintiendo de haber aceptado altas responsabilidades públicas.
Otro de los efectos que puede generar la situación que estamos relatando, es que, en próximas elecciones, la gente de bien que puede aportar al país no quiera intervenir y los espacios vacíos, ya sabemos que se llenan con cualquier cosa. Hay que ser responsables.