El Presidente de la República Francisco Sagasti, fue nombrado por el Congreso para concluir la última etapa del actual quinquenio gubernamental, iniciado por Pedro Pablo Kuczynski, continuado por Martin Vizcarra y por Manuel Merino, todos ellos en forma constitucional.
Le tocó a Martin Vizcarra y a Francisco Sagasti enfrentar los momentos más duros y más dilatados de la pandemia del COVID 19, situación no prevista y que cogió al Perú sin los medios sanitarios más adecuados para combatirla.
Carecíamos de centros hospitalarios suficientes para la atención de los infectados, muchos de nuestros centros de salud estaban en mal estado, otros en construcción no concluida, algunos otros sin abrir sus puertas como la ampliación del de la Policía, las camas de las unidades de cuidados intensivos eran en número insignificante frente al gran reto de las necesidades de la población, los equipos para la producción de oxígeno no alcanzaban. Esa situación inicial no ha variado mucho, a excepción del centro de aislamiento en la Villa Olímpica y las mejoras en los centros de atención hospitalaria de EsSalud.
Cuando se abrió una luz en el horizonte, con las investigaciones y pruebas para las vacunas, así como su disposición en los países que las elaboraban, lamentablemente el Estado Peruano no hizo lo debido para contar con las vacunas oportunamente, en la cantidad deseada y con la calidad requerida. No es secreto que muchas veces se tomaron medidas inconvenientes, que lejos de paliar los efectos de la pandemia, complicaron la situación y la agravaron con una fuerte crisis económica y laboral que afecta a toda la población.
Los responsables gubernamentales de resolver el problema o por lo menos afrontarlo, se llenaban la boca diciendo que hacían grandes esfuerzos para su solución, pero lo cierto es que, si lo hacían, no eran eficientes en la tarea. Permanentemente nos daban excusas y más excusas, cuando no nos contaban el cuento de que ya habría más camas, ya habría más oxígeno, ya habría mejor atención sanitaria, ya tendríamos vacunación acelerada. Tristemente, la realidad es diferente.
Por eso ha llamado la atención las expresiones del Presidente Sagasti, quien textualmente ha señalado: “Asumiendo mi responsabilidad como autoridad, quiero expresar una disculpa a las personas que han perdido un ser querido o un conocido en esta pandemia”.
No es frecuente que los gobernantes se disculpen, por ello son apreciables las expresiones del actual primer mandatario que, con sinceridad, en el fondo está reconociendo que el Estado no ha dado talla para enfrentar la pandemia y, que las acciones tomadas no han sido exitosas y, que las omisiones han sido más que las acciones, sin olvidar las consecuencias económicas en adición a las sanitarias y a la mortandad fuera de todo límite razonable.
Al actual gobierno, que como él mismo se califica “de transición”, aun le quedan algunos meses para enmendar errores y para hacer lo que se requiere para mitigar los efectos de la pandemia, para lo cual la actividad privada está presta a seguir ayudando, de ser convocada.
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