Políticos de todos los colores y ninguna bandera –al margen, claro está, de los terrucos y la manga de hipócritas caviares. Esos están al margen pues no son políticos, sino que angurrientos asaltantes de la cosa pública. Sin perjuicio de apuntar que aquellos aprovechando la calamitosa situación en la que ha sumido Pedro Castillo al país, aseguran que es la hora para la cutra. Que Todo se admite; que todo puede pasar…¡sin que pase nada!
Y en ese manto “conformista” con el que todo puede pasar desfilan una serie de innombrables cuya lista se está convirtiendo en numerosa. Castro Castro no tendría capacidad para “no hay cama para tanta gente” Entonces desfilan ladina quien con un olímpico desparpajo y cinismo declara haber visitado a los deudos de los ocho inmolados en la protesta para que Castillo se vaya. Entonces mintiendo descaradamente dijo –sus expresiones fueron vista y propaladas por un canal de TV –que ella estaba afectada, compungida, muy triste. Cruel ladina; uno de los deudos sorprendido e indignado dijo que ni por asomo se acercó ni siquiera para reconfortarlos menos ayudarlos. Los ignoró olímpicamente. Ya ven: todo puede pasar en este país que va rumbo al hundimiento. Y…¡no pasa nada!
Aparecen, de la noche a la mañana, “misteriosos asesores como consejeros” para que Pedro se pare derecho y se sacuda de toda la inmundicia que llama. Entonces se le ve a un ensotanado de la mano de Mefistófoles bermejo empujando un bidón de agua bendita con dirección a palacio. Con la “sana” intención de confesar y catequizar al del sombrero grande. Con ellos sale megáfono en mano el chinito para alegar que: “Que se vayan todos no resuelve nada” ¿Qué cosa?
Ahora que se ha contratado a un exclusivo restaurante para que lleve desayuno, almuerzo y cena, todo a la carta, a los ciento treinta “padres de la patria”. Los entenados podrán esperar hasta las calendas griegas antes que les llegue un pan gratis. En adición va un mensaje para Baruch Ivcher para que vaya confeccionando mullidos colchones para aquellos cientos treinta.
Es menester alegan, que los ciento treinta pernocten en el recinto congresal para evitar que las “brillantes ideas no se les vaya a otro lado”. De ese modo chinito pen…denciero no quiere afectar la gobernabilidad. Entonces gastados dos millones y pico en ese frugal combo—dinero de todas las piñas que no postulamos al congreso…todo puede pasar y…no pasa nada.
En adición aparece un mono con metralleta insultando lanzando escupitajos y vómitos sobre los demócratas de instituciones demócratas y noticiosos que dan a conocer la barbarie que se vive en el país desde que Pedro el del sombrerón llegó de chiripa al poder. Ese mono demostrando supuesto vasto cúmulo de cultura llama ignorantes a los que no aman a Hitler como él. Que no conocen a Karl Marx después de esa cháchara el mono con metralleta más conocido por: no me atarantes, se dedicó a soliviantar a los agricultores, mineros y a todos los que quieran hacer huelgas …los felicito les dijo. La culpa la tienen los ricos y los que viven en San Isidro—de paso hay que anotar que el mono con metralleta tiene finca en el distrito de San Isidro. Ante esa cháchara podemos decir con sustento, que aquí todo puede pasar y…no pasa nada.
Por último, una invocación a los demócratas que todavía hay en el congreso deben hilar finito antes que el ensotanado, cerro grande y el mono con metralleta los adelante y les cierren la tienda. Uds. más bien, aceleren el paso y manden a volar a Pedro el cutrero aunque el chinito de la gobernabilidad, lloriquee.
(*) Miembro (r) de la Marina de Guerra y analista político.