Los ciudadanos metidos a políticos y luego señalados por enjuagues delictivos recurren, la mayoría de las veces, a descargos inverosímiles, ridículos que en el empeño de armar defensa sueltan argumentos que, por lo ridículo, provocan risas. Amen desde luego, indignación. Eso pasa muy a menudo—para ejemplo– cada que la señora que está de chiripa en Palacio, suelta cada frase lindante con el ridículo.
En esa percepción no es necesario ser un iluminado pues cualquier desinformado ciudadano que percibe la ridiculez de esos argumentos, no le queda otra cosa que reír.
Los personajes que llama la mandataria para ministros, esos lejos de hacer una eficiente labor en el cargo que le confían se convierten primeramente en adulones y soplones cuando no, se empeñan lavar la cara de las acusaciones que le llegan a la que les regaló el suncho.
Ni bien cambiado el chip por la negación de todo lo declarado, provocaron carcajadas a granel. Como ven todo ello en una jarana de carcajadas. Todo ello como dijera el comediante Porcel: ¿No es divino? Y siga Ud. riendo.
Sobre este tema no sabemos hasta cuándo habremos de reír, en tanto la novela no termine.
Pasando para ver a un gamberro de siete suelas – éste se trata de un seudo terruco., o más bien terruco asolapado, como es el tal Bermejo.
Prefirió ir adular a los terrucos del VRAEM. Se pintó como un adalid de la justicia y amor por los pobres. Consiguió que los terrucos le prodigaran combo y le llenaran la olla.
Gracias a su permanente abanicar al cobarde y fujitivo Vladimir Cerrón fue incluido en la lista de candidatos a congresistas. Así logró que en el Congreso ya no pasara hambre. Que ya podía cambiar los chuzos rotos por unos de marca; cortar el cabello y etc. Antes, aparentaba como zamba descuidada y mal vestida. Hoy que lo sacan al fresco se arrancó: ¿acaso es delito que me saque fotos con un amigo? (ja, ja) Pero ´on tu amigo es un asesino terruco. Sí, pues Y ¿yo que culpa tengo? ¡Ah! ( ja ja ja).
Para cerrar, digo que así vamos mientras haya en el Poder Público una mata de sanguijuelas que tiran para la descontenta y ruinosa izquierda. Mientras haya en el JNE un admirador del asesino Antauro. Mientras se forme la JNJ con pícaros politizados y en favores a domicilio.
Y lo peor: que los del Congreso se hayan dejado pisar por un descocado poder judicial que se ha ido sobre ellos. ¿Nadie ha protestado por tal insulto? ¿Quién ha elegido a esos que vulneran la constitución? Es hora que los del TC se amarren los pantalones para poner en su sitio a los A la Vela, a los gorritis, y al Domingo ese.
Y una cosa que pareciera ha pasado inadvertida. A la doña si le rompieron… ¡la puerta, oye! —No sea Ud. mal pensado– de su domicilio. Al cobarde, a ese que se asusta con las flores blancas, al tal Gorriti ni siquiera un florero que lo vuelva asustar.
(*) Miembro (r) de la Marina de Guerra y analista político.