Durante la masacre del 7 de octubre contra Israel, denominada «Tormenta Al-Aqsa», las brigadas de Hamas lanzaron misiles a 22 localidades desde la Franja de Gaza, tomando por sorpresa a las defensas israelíes, cobrando la vida de más de 1,200 civiles indefensos, incluidos 40 niños en el kibutz de Kfar Aza y 260 asistentes al festival musical Nova. Secuestraron a 200 civiles, jóvenes, niños y bebes tomados como rehenes.
Israel declaró el estado de guerra tras los ataques de Hamas y desde entonces no han cesado las incursiones en Gaza. Ataques con cohetes israelíes han causado más de 2 mil muertos palestinos. Hamas continúa disparando misiles contra Israel, quien advirtió a los civiles en Gaza que evacuaran hacia el sur, pero la ONU afirma que movilizar a un millón de civiles es imposible.
Para comprender este conflicto hay que entender que Palestina es una región que abarca la Franja de Gaza en la costa oriental del Mar Mediterráneo y Cisjordania, al oeste del río Jordán, situación territorial altamente compleja, objeto de disputas políticas internas y conflictos con Israel.
Gaza, bajo el control del grupo político-militar Hamas desde 2007, asumió el poder luego de enfrentamientos con Fatah, partido que lidera la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Sin embargo, Hamas no representa los intereses del pueblo palestino, ni de todos los habitantes de Gaza, considerando además que no ha habido genuinas elecciones en los últimos 16 años.
Las diferencias ideológicas y políticas entre Hamas y facciones como Fatah, han dado lugar a conflictos internos en Gaza, debilitando la unidad palestina. Hamas, además, ha ejercido control sobre organizaciones civiles e instituciones en Gaza, liquidando incluso a miembros de la ANP, restringiendo las libertades políticas y civiles, persiguiendo a disidentes políticos y críticos al gobierno. Hamas no representa a toda Palestina, donde existen diversas opiniones y actores al interior de la población.
¿Cuál es la solución al conflicto con Israel? Luego de 75 años de enfrentamientos, el objetivo primordial debería ser encontrar vías para alcanzar la paz y resolución de disputas. Sin embargo, esta tarea es compleja por la presencia de Hamas, cuya «Carta Fundacional» publicada en 1988 desestima cualquier negociación o acuerdo de paz con Israel, considerando inaceptable toda concesión, justificando la lucha armada como deber religioso y nacional.
Las primeras perturbadoras imágenes del ataque fueron difundidas por los mismos militantes de Hamas; pero hoy las redes están saturadas con información fuertemente contaminada, fuentes autorizadas dan credibilidad a afirmaciones cuestionables que circulan polarizando las opiniones.
En medio de un conflicto con múltiples dimensiones resulta inaceptable la posición de los gobernantes de dictaduras y otros representantes latinoamericanos que lejos de censurar los actos de barbarie, avalan a Hamas y otros grupos terroristas, alentando un enfrentamiento que pone en peligro la vida de civiles de ambos bandos y en especial de los rehenes israelíes.
En El Salvador el presidente Nayib Bukele, reivindicando su ascendencia palestina, afirma que “lo mejor que le podría pasar al pueblo palestino es que Hamás desaparezca por completo”, calificando a sus integrantes como “bestias salvajes”. Pero Hamas utiliza a civiles como escudo humano, impidiendo la evacuación de la población civil.
Un caso grave, censurado por los colombianos, son las declaraciones de Gustavo Petro, quien ha lanzado más de 170 twitts en X criticando a Israel; hecho condenado por los afectados. Salud Hernández-Mora, analista colombiana afirma que “Petro en su histeria twittera emite órdenes sin consultar expertos ni medir las consecuencias… asegurar que [Petro] conoce el conflicto… de pronto desde que el M-19 atentó contra la embajada de Israel en Bogotá́ en 1982.”
Una masacre debe ser condenada firmemente venga de donde venga. Israelíes y palestinos son víctimas del gobierno terrorista de Hamas que pone en peligro la vida de civiles, niños y ancianos. Hamas no es Palestina, para ellos esta no es una guerra por un territorio, no hay que confundirse, es una lucha por la supremacía religiosa fundamentalista islámica, donde la vida no tiene valor alguno, poniendo en peligro la paz mundial.