A Alemania, catalogada como la 4ta economía del mundo, no le fue bien el año pasado. La reconocida como “motor del crecimiento”, se encogía un 0,3% el pasado ejercicio, Fue la única gran economía de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que acabó en ‘crecimiento negativo’ en el 2023.
El Instituto de la Economía Alemana (IW), con sede en Colonia pronostica una nueva contracción del 0,5% del PBI teutón para el año que acaba de comenzar. Casi coincide con el Instituto para la Macroeconomía y la Investigación de la Coyuntura Económica (IMK), con sede en Berlín.
Hay, sin embargo, quienes apuestan en contra como el propio gobierno de Olaf Scholz que estima que el PBI crecerá un 1,3% este año.
El diario Bild, el más leído de Alemania, se preguntaba “¿Está amenazado nuestro bienestar?”. Una encuesta de este periódico reflejaba que el 94% de la población germana se preocupa por la situación económica del país. En la Asociación de las Cámaras de Comercio e Industria de Alemania (DIHK) señalan que la economía no sólo “está en aguas turbulentas”, sino en una “grave crisis económica”.
En medios internacionales como el británico The Telegraph, Alemania aparecía incluso hace unos días “perdiendo su corona de campeón industrial de Europa”. Las dificultades del sector de la construcción germano, o las complicaciones que atraviesan grandes nombres teutones como Bayer, Volkswagen o ThyssenKrupp, son síntomas de la crisis industrial del país, una evolución que llaman ya “desindustrialización”.
El inicio de la guerra de Rusia contra Ucrania, siendo Alemania un país que se hizo dependiente del gas natural ruso, ha supuesto una más que notable degradación económica para el país.
Los altos costes energéticos suelen ser los señalados para explicar el bajón sufrido por el tejido industrial del país.
Scholz y su coalición, compuesta por socialdemócratas, ecologistas y liberales, acabaron el año con sólo un 1% de personas muy satisfechas con su labor.
Esto podría ponerse peor si es que como se señala habrá nuevos recortes.
La Oficina Federal de Estadística (Destatis) cifraba hace unos días en 45,9 millones el número de personas que trabajaron, de media, en Alemania en 2023, un récord desde 1990, el año de la Reunificación.
También pueden apuntarse un tanto Scholz y su ministro de economía, el ecologista Robert Habeck, dado que, en 2023 el porcentaje de energía producida por fuentes energéticas renovables superó el 50% del mix energético teutón, con un máximo en la historia de Alemania, que ha podido capear el apagón nuclear de 2023 sin que se dispare la generación con carbón y gas y gracias, en especial, a la pujanza de la eólica.
El PBI de Alemania es de US$ 4.26 billones. Está integrado al mercado de exportación y tiene el mayor volumen de exportaciones en el ranking mundial y alrededor de 800 mil empresas operan en este sector.
La revista británica The Economist señaló que «Alemania es el enfermo de Europa”. Con el SPD y Gerhard Schröder, el país pasó luego a ser «la superestrella económica”, según un grupo de economistas de Berlín y Londres.
Y ahora, la expresión «el enfermo de Europa» vuelve a la escena: la economía alemana no se recupera. Todos los indicadores importantes apuntan hacia abajo, sobre todo, el Índice de Clima Empresarial del Instituto Ifo de Múnich
Los aumentos de las tasas de interés global están pasando factura, sobre todo porque las empresas alemanas están de por sí inseguras.
«El problema es que el rendimiento económico todavía está alrededor de su máximo anterior al coronavirus». Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Alemania es el único de los grandes países con recesión económica en el 2023. El sector preocupante, es la industria.
El declive tiene muchas causas. Una es la política monetaria de los bancos centrales y las altas tasas de interés para frenar la inflación, lo que encarece el crédito para empresas y consumidores. El exitoso modelo alemán de negocios ya no funciona. Las empresas sufren los altos costos de la energía, y los que han trasladado la producción al extranjero, ya no vuelven.
Un estudio actual del DZ Bank considera que las medianas empresas, conocidas como la «columna vertebral de la economía alemana», corren riesgos por diversas variables que la afectan.
«Si Alemania no quiere volver a convertirse en el ‘hombre enfermo de Europa’, debe volverse con audacia hacia los sectores de crecimiento del mañana en lugar de invertir con miedo miles de millones preservando las industrias intensivas en energía de ayer».
Alemania ha pasado de ser la envidia mundial a ser un modelo de economía que nadie quiere imitar.
En este contexto tan complejo, Daniela Schwarzer, miembro de la Junta Ejecutiva de la Fundación Bertelsmann y del Centro Belfer de la Escuela Kennedy de Harvard, ha escrito: https://www.project-syndicate.org/commentary/afd-bsw-pro-russia-euroskeptic-parties-rising-approval-a-major-threat-by-daniela-schwarzer-2024-02
Reconoce que, desde el final de la Guerra Fría, los alemanes se salvaron de tener que decidir entre visiones contrapuestas del papel de su país en Europa, la OTAN y el resto del mundo. Pero con el rápido ascenso de los partidos radicales que abogan por políticas internas y externas imprudentes, la elección que enfrentan los votantes este año no podría ser más importante.
Señala que desde la reunificación (1989-91), el país más grande y la economía más fuerte de Europa ha definido su política exterior en términos de relaciones europeas y transatlánticas, lo que implica un anclaje cada vez más profundo dentro de la Unión Europea y la OTAN.
En la práctica, esto significó externalizar la seguridad alemana a la alianza transatlántica, desinvertir militarmente y concentrarse en aumentar el poder económico del país.
Pero esto peligra, se ha relajado y esa dependencia no ha hecho más que aumentar ahora que la energía barata procedente de Rusia ya no es la base de la competitividad de la economía.
Señala que el sistema de partidos de Alemania está cambiando antes de las elecciones al Parlamento Europeo de esta primavera.
Los partidos radicales más nuevos están desafiando abiertamente el consenso de la posguerra.
De hecho, la ultraderechista Alternative für Deutschland (AfD) está promoviendo una salida de la UE, el fin del apoyo a Ucrania y las sanciones contra Rusia, y una reversión de las políticas de descarbonización del país.
Dos años después del inicio del mandato del actual gobierno, la AfD ha subido al 20% en las encuestas nacionales, y obtiene casi el 30% en los tres estados del este de Alemania que celebrarán elecciones este otoño.
Hay pues un cambio importante en Alemania.
En el 2014 (un año después de su fundación), la AfD apoyó abiertamente a la OTAN y a Estados Unidos.
Pero esos compromisos se han desvanecido.
En los últimos años, según el medio de investigación alemán Correctiv, los políticos de AfD se han hecho eco de las narrativas y los puntos de conversación rusos, describiendo a Estados Unidos como una «potencia extranjera».
Tras la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022, los políticos de AfD siguieron viajando a Rusia y a los territorios ocupados por Rusia en Ucrania.
Se me acabo el espacio, pero el post es sumamente preocupante para los europeos y debe tomarse conocimiento de los avatares por los que está pasando este importante país.