Carlos Prego de Xataka , nos señala que estos 17 elementos químicos, que resultan cruciales para un amplio abanico de aplicaciones tecnológicas, que van desde el desarrollo de motores para vehículos eléctricos a turbinas eólicas o instrumental astronómico, lo requere Japón y por eso quiere minimizar su dependencia , sobre todo de China.
Para ello se han fijado en el lecho marino de un área situada frente a la isla de Minami-Torishima, un atolón coralino del Pacífico localizada a aproximadamente 1.900 kilómetros al sureste de Tokio, en donde se supone hay un lodo rico en metales de tierras raras que allí se concentra.
Las autoridades niponas han aprobado una partida de US$ 45,000 millones para el desarrollo de bombas y tuberías, con las que intentaran la extracción de los metales que se ocultarían en el lodo marino, a 6.000 metros de profundidad.
Los investigadores lograron de hecho bombear depósitos situados a 2.470 metros. Ya en el 2018 Nature, The Wall Street Journal o Science, se hacían eco del tesoro que se ocultaría en el lodo situado en el fondo del mar, a 1.900 kilómetros de Tokio.
En una región de 2.499 kilómetros cuadrados se repartirían más de 16 millones de toneladas de óxidos de tierras raras, cantidad suficiente para cubrir durante siglos el suministro mundial de itrio, europio, terbio o disprosio.
Pero ello requiere una alta tecnología en una profundidad de 6000 metros, la corriente de Kuroshio y tifones.
Japón destaca por su sector tecnológico y el neodimio o disprosio, materiales que se incluyen entre sus importaciones de China, resultan cruciales para la energía eólica o los motores de vehículos eléctricos y por ello quiere reducir su dependencia.
Revistas especializadas señalan que China aglutina 60% de la cuota de mercado de la minería y el 80% de la capacidad de procesamiento. La propia Comisión Europea ha señalado que se debe evitar la trampa de la dependencia, cuando se trata de materias primas críticas para la transformación verde y digital.