De economista junior me tocó ser contraparte del BID en el Plan Copesco en los 70´s, en que se armó una Secretaría Técnica en Lima proyectado a Cusco y otros lugares identificados como “turísticos” en el Perú. El de Cusco venía con aeropuerto, funiculares, aliscafos en el lago Titicaca, posibilidad de ir con una carretera hasta La Convención, pues los Abras de Málaga y Amparaes a 4000 metros sobre el nivel del mar, eran cuasi trochas que impedían un desarrollo agrícola y turístico y una de ellas fue construida por necesidades militares contra el comunismo en aquel entonces.
El trabajo de base de Copesco fue impecable, pero en el Perú los regionalismos, las personalidades, los que creen que ese Machu Picchu no podía ser visitado por más de 2000 turistas día, pues eso refería Unesco, trajo hacia abajo un extraordinario Plan que ahora se hace parcialmente y con un atraso de casi 50 años y problemas para el aeropuerto de Chinchero, dado que la oferta de las ruinas no admite más de 500 turistas día y el acceso a las ruinas es penoso. Encima, las comunidades aledañas, están más que exacerbadas como todo lo que se acomete en el Perú para dar bienestar a ricos y pobres.
En rigor, no hay aun recupero, del golpe sufrido por la actividad turística, que ha sido enorme con esto de la pandemia y las asonadas de los vándalos y terroristas, a lo que hay que agregarle en nuestro país, la falta de comprensión gubernamental, que es el mismo un sector con ventajas competitivas, transversales y que necesita un empuje mayor que ponerlo de cola administrativa en el ministerio del comercio exterior.
Mas aún haberle colocado de ministro al tal nefasto Sánchez amigo de ese inefable Pedro Castillo, huérfano de todo y que no sé cómo sigue de parlamentario, pese a su pésima labor desde el saque acompañando a ese Castillo, que llegó al poder, pues hay una enorme discusión y perjuicio en la clase política, empresarial y de una clase media que medida educativamente su alumnado por las ECE del Minedu y la Pisa, dan vergüenza ajena y con ello tienen la raza de reclamar un 10% de la asignación del PBI como presupuesto.
Casos como el de Kuellap en Chachapoyas, para su restauración, amén de su falta de coordinación con Unesco, para el tráfico in crescendo que tendrá Machu Picchu cuando se ponga en operatividad el aeropuerto de Chinchero no se ha discutido aún a cabalidad. O si podremos hacer en la región del norte, con la China, una especie de Cancún mexicano que le dé prestancia y turismo en barcos a las playas del norte y por ende desarrolle la región.
Pero hay cosas que relevar y es que la actividad culinaria en el Perú es un logro de bandera que debe llenarnos de orgullo, pero nos parece que en ello hay demasiada exageración, pues nuestra demanda receptiva es aún muy pequeña. Pero, aun así, el turismo puede dar más, mucho más que las divisas que eran antes su leit motiv.
La denominada industria sin chimeneas puede dar toda clase de empleos formales pues tiene transporte, hotelería, agencias, cultura, explotación de la naturaleza y tantos otros factores, que lo que hay que hacer es armonizar su oferta extraordinaria, dotar al sector de seguridad ciudadana y no permitir estafas, además de priorizar los lugares de buena sintonía.
Tiene además que ser protegido contra uno masivo, como fue el europeo prepandemia, en Venecia, pues a veces malogra y va en contra de sus habitantes, distorsionando los precios relativos. Por ello la prioridad es armar el turismo a nivel de la presidencia de la república, pues el nuestro es mucho más que nuestras ruinas de Machu Picchu. Un sector con enormes ventajas competitivas y natural generador de empleo y que no se le entiende en sus perspectivas correspondientes por la diversidad que tiene su oferta en servicios, monumentos, ruinas, playas y hasta espectáculos de diverso tipo. Amén de la cultura de varias poblaciones pacíficas y con las ganas de que su región se integre y desarrolle en el ámbito mundial, pero “protegida”.
¿Cómo es esto amigo Falvy? Y es que basta ya de creernos que somos ricos, grandes y que tenemos de todo. El Perú en el área del turismo receptivo no tiene ni siquiera 1% ni en oferta ni en demanda. Si tiene Machu Picchu sobrevendido, pero sin motivación para crecer más, por motivos obvios. Pero Perú tiene un factor minero que puede ser su financiamiento tanto para el aumento de la productividad del agro rural que es inmenso y necesita de capacitación e infraestructura en el largo plazo. Así como para el factor turismo que se necesita ubicarlo en sus perspectivas correspondientes y sin duda en su desarrollo en función del empleo regional ¿Que es difícil hacerlo? Pues como todo, pero allí sí las ventajas competitivas de la actividad juegan un rol primordial.
Con la minería de financista, el Agro debería convertirse en un in crescendo que levante a todo ese enorme sector rural y haga espacio en un territorio amplio pero cuasi abandonado, incomprendido y el turismo que tiene potencial a nivel mundial siempre que este protegido y regulado, esa es la mayor ventaja del país.
Sólo hay que tomar la decisión política y echa andar la industria que sin chimeneas, puede ser un ejemplo de cómo una economía pequeña como la peruana se convierte en un gran receptor de uno de los negocios más fascinantes y maravillosos del mundo por la enorme diversidad de sus múltiples ofertas y porque la tecnología juega sin duda a su favor. Sólo el observas playas en el norte del país, cuasi solitarias e imaginarse un emporio turístico, es una clara posibilidad de que si se puede diversificar la oferta de esta maravillosa actividad afincada ya en un mundo globalizado.
