Por: Dennis Falvy // Una historia de bancos y banqueros

por | Ene 10, 2024 | Opinión

Aproximadamente 350 años antes de Cristo, Aristóteles conceptuaba el interés como “el dinero del dinero” y consideraba como usura la riqueza derivada de la moneda misma. Esto predominó en el mundo hasta mediados del siglo XV, en el que las ingentes riquezas provenientes de los mercaderes y terratenientes dieron lugar a la creación de depósitos o almacenes de seguridad para las joyas, monedas, oro y otros metales preciosos.

Con el advenimiento de la era del Renacimiento surgió una nueva actitud y el “interés” fue aceptado como una retribución a los perjuicios que se hubiesen producido por la concesión de un préstamo (damnum emergens), la pérdida de alguna oportunidad perdida (lucrum cessans) o el riesgo incurrido en el mismo (periculum sortis).

En el caso de las monedas o el oro, se fue tomando conocimiento que poco importaba al depositario que le devolvieran las mismas monedas que dejó, siempre que fueran por el mismo valor equivalente. Tal es así que, en Italia, por ejemplo, se aceptaba monedas metálicas que si bien no eran uniformes, estaban referidas a una unidad de cuenta que era determinada por los cambistas.

Si bien la referencia se basaba en el contenido fino de las mismas, resultaba una abstracción apoyada en la confianza antes que en la exactitud física. Así mediante documentos se giraba contra “contadi di banco” o la “Fededi Deposito” que en última instancia constituían papeles en sí. En consecuencia, esto abrió otras modalidades de negocios, incluso con el intercambio de monedas entre los diferentes principados y cantones renacentistas.

En esa época aparece el término “bank”, de origen germano, que designaba a los taburetes de trabajo  de los cambistas. Esta combinación de modalidades financieras trajo cambios notables en el negocio de estos incipientes “bancos”; es decir, el pago de intereses al depositante en lugar de cobrarle un cargo por guardarle sus valores.

Además, los banqueros al percatarse de que los depósitos eran mayores que los retiros, empezaron a otorgar ciertos créditos. Es así que la historia registra que ya en 1438 el Banco Medici iniciaba operaciones de pagarés cancelables en monedas de otras localidades, con lo cual se admitía al interés una dimensión espacial en lugar de sólo temporal y, lo que es más importante, el reconocimiento de un Spread entre las operaciones pasivas y las activas.

Actualmente los bancos realizan operaciones activas, pasivas y neutras. Las pasivas son aquellas por las cuales los bancos captan el dinero disponible en el mercado. Este disponible esta dado básicamente por las cuentas corrientes o depósitos a la vista, depósitos a plazo, en ahorros y préstamos de otras instituciones financieras.

Mediante las operaciones activas los bancos otorgan dinero como préstamos sobre la base de condiciones morales y económicas de quienes pueden recibir crédito contra una promesa de honrar el compromiso adquirido.

Los pagarés, descuento de letras, sobregiros, cartas-fianza y avances en cuenta corriente provenientes de líneas de créditos de terceros, son las operaciones más conocidas e indudablemente muchas relacionadas a operaciones sui generis del comercio exterior.

Por último, las operaciones neutras o de servicios, están referidas a aquellas en que los bancos no reciben ni otorgan créditos, como son los depósitos en custodia, servicios de caja de seguridad, cobros por cuentas de terceros (luz, agua, como teléfono, cobranza de letras) y operaciones de servicio al comercio exterior y cambio de moneda extranjera, entre otros. Una modalidad es que han entrado asimismo los bancos es la de los “derivados financieros”, éste debiera estar dado por la diferencia de tasas entre su cartera de operaciones activas respecto a las pasivas, lo que dependerá del volumen y monto de dichas operaciones y de los costos fijos en los que incurrirá la institución bancaria, lo cual a su vez dependerá de su eficacia y eficiencia. Es dentro de este contexto en que someramente expondremos un concepto importante, que es una herramienta (de las varias) que usan los bancos centrales para su “Política Monetaria”.

Cada vez que un cliente deposita fondos en un banco, éste tiene que dejar parte de estos como “Encaje” en el Banco Central, de tal forma que la diferencia pueda prestarla. EL CUÁNTO, a QUIÉN y CÓMO lo hace, dependerá tanto de la política del propio banco como de las regulaciones monetarias existentes.

El caso es que dicho préstamo, que generalmente es a corto plazo en los bancos comerciales, supuestamente dará lugar a un incremento de dinero. ¿Cómo es esto posible? Pues mediante el multiplicador bancario. Ayudándonos de un ejemplo sumamente sencillo, supongamos que el encaje legal para todos los depósitos sea del 20%, es decir, si un cliente deposita en nuestro banco imaginario S/1000 “encajamos” S/.200 y tenemos la posibilidad de prestar hasta S/.800.

Forcemos el mundo imaginario y supongamos que esos 800 soles reingresan al banco, por lo que tiene que encajarse el 20% (S/ 160) y se vuelve a prestar. Así tenemos que hemos vuelto a crear dinero por S/ 640. Y volvamos a pensar que esos S/ 640 vuelven a nuestro banco como depósito de otro cliente y que volvamos a prestar el 80% del mismo (S/ 512).

Si la secuencia que hemos imaginado se repite podríamos seguir prestando S/.409.60; S/ 327.68 y así sucesivamente.

En consecuencia, los primeros S/ 1,000 han originado un “efecto multiplicador” de hasta 5 veces si es que el dinero se recicla en el sistema bancario. Y ésta es la razón de ser del negocio. Es por eso que a veces la autoridad monetaria utiliza mecanismos para frenar esta multiplicación, pues no sólo es importante la cantidad de dinero en la economía sino su velocidad de circulación, su “multiplicación” que es algo por lo cual existen los Bancos Centrales que utilizan diversas herramientas para ampliar o esterilizar el dinero en circulación.

Pero obviamente el mundo real es hartamente más complejo. Los bancos están sujetos a competencia y regulación. En el primer caso compiten con, cooperativas, cajas, financieras, y en el Perú con prestamistas informales.  Aquí una digresión: por una serie de razones que no es menester discutir aquí, la ley bancaria peruana por 25 años ha dejado de lado la usura para el sistema financiero.

Volviendo al tema, en segundo lugar, existen regulaciones internacionales, que incluso motivaron la creación de famosos mercados como el de los Eurodólares, para librarse de la supervisión de la “Federal Reserve”.

En el Perú el tema fue aún más escabroso pues a la proclividad de emitir resoluciones cambiarias de parte del instituto emisor, había la tendencia de solicitar información financiera, contable y legal de parte de la Superintendencia para cada operación de crédito y hoy en la actualidad que el control no es ya tan estricto y/o burocrático. Seguiremos con este tema.


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