Por Hans Alejandro Herrera Núñez / Cipriani: la centro derecha se reorganiza

por | Ago 17, 2022 | Opinión

Mientras al presidente de la República le atan los zapatos la policía en plena calle (¿una metáfora de la incapacidad?) y en el Congreso se conversa a fuerza de jalones, en San Isidro empezaba el lanzamiento de la campaña distrital de Javier Cipriani. Lo que podría haber sido otra presentación de campaña aburrida de un distrito más, terminó siendo algo más relevante de lo que esperaba. Muchas veces la esperanza o la sospecha del futuro panorama político nacional, se miden en los nombres que saltan en las campañas distritales.

En momentos de una crisis global, con una economía estancada y una situación Geopolítica tensa en Ucrania y ahora además en Taiwán, el Perú como nunca se encuentra en estado de vulnerabilidad frente al futuro que se acerca corriendo. Mientras los interminables gabinetes ministeriales del gobierno, que no terminan de reciclarse, carecen casi en su totalidad de perfiles ministeriales (exceptuando a los ministros de Relaciones Exteriores, por ser la Cancillería lo único todavía organizado dentro del Estado), en la presentación de campaña al distrito de San Isidro de Javier Cipriani, estuvo presente y concentrado  nombres con más perfil técnico y ministeriable que todos los futuros gabinetes que el presidente Castillo pudiera tener hasta 2026.

Sorprende e indigna, y entristece, saber que, la gente capaz de solucionar los problemas de la República, solo puedan alcanzar a ser debidamente aprovechados en políticas distritales, literalmente ocupándose de sus vecindarios. Bien por San Isidro, pero que mal por el resto de nosotros. Desaprovechar nombres como los que estuvieron presentes junto a Cipriani el pasado miércoles, día de su presentación de su campaña, debería ser crimen de traición a la patria, o de plano declararnos inimputables cómo país. Nombres como el economista y docente de la Universidad de Lima Carlos Neuhaus, o del docente de la escuela de negocios de la Universidad de Piura José Ricardo Stok, así como también Gonzalo Rodríguez Larraín o Jorge Villena o José Tudela, y el resto del equipo técnico de Cipriani o sus candidatos a regidores, ya no son un lujo, sino precisamente una necesidad de seguridad nacional, más ahora que el pollo vuela por las nubes y el pasaje del Metropolitano es un agujero en el bolsillo de más de dos millones de limeños al día. En serio, bien por San Isidro y lo fenomenal que le irá con semejante equipo, pero por otro lado, que coraje por el país. Porque sí, el Perú es un país de desigualdades, y la más profunda es en el desaprovechamiento de los cuadros técnicos que más se necesitan.

Cipriani no solo es el hombre entorno al que se rodean estos nombres, sino también la oportunidad precisa en que se reestructura una centro derecha hasta hace poco desorganizada. En la presentación del miércoles de la campaña de Cipriani estuvieron presentes Lourdes Flores y Lourdes Alcorta, pero también el congresista Cavero entre otros. Más que un reencuentro de caras conocidas, representaba la atmósfera de una derecha en reestructuración. El reencuentro de tres generaciones. Que tan lejos pueda llegar es algo todavía a dilucidar. Sin embargo, quizás los aires de cambio vengan por acá. Si la elección de Chota no dio resultados puede que la de San Isidro, un distrito del tamaño de una hacienda, sea capaz de dar frutos. Perú es un país de extremos.

Javier Cipriani no solo es el hermano del cardenal. Si, los cardenales también tienen familia. Es un hombre formado en el sector privado que ahora se lanza a un proyecto distrital. Por más San Isidro que sea, alcalde de distrito es un cargo modesto para un apellido que hace rato entro en la historia del Perú. Pues el peso político que llegó a alcanzar su hermano el cardenal, tan odiado por la parte más ranciamente progresista de la izquierda peruana, marcó gran parte del rumbo del país, en tanto fue un contrapeso de poder simbólico frente a unos poderes oficiales, Ejecutivo y Legislativo, más bien desorientados y políticamente miopes. La ausencia del cardenal Cipriani en nuestro ecosistema solo evidencia que tan pobre es nuestro pasado frente a nuestro presente, y la urgencia de tener nuevos nombres (sin importar la edad) que estén a la altura de las circunstancias. Porque insisto, el futuro se avecina y no tiene buenas intenciones.

Un aspecto a valorar de este Cipriani desconocido para la mayoría de nosotros, no es su plan de gobierno municipal, que poco puede preocuparme a mí que soy de Surco, sino algo auténticamente político en el buen sentido de una palabra tan ensuciada: la principal preocupación de Cipriani es su reiterado afán por una mejor atención al usuario, al vecino, es decir su enfoque en las personas.

San Isidro es un distrito burgués, pero también el corazón financiero del Perú, de los 70 mil habitantes nativos hay además de una población flotante de otros cientos de miles que venimos o pasamos por allí a trabajar, desde lustrabotas y serenazgos venezolanos hasta banqueros, abogados o consultores editoriales cómo yo, súmese a ello más de dos millones de almas que pasan por el distrito de un lugar a otro cada día. Esa es la situación para el distrito con promedio de edad más alto de Lima: una gran cantidad de vecinos son adultos mayores, y el ruido de las bocinas de los coches no es precisamente música para sus oídos.

Está es la preocupación principal patente en el discurso de Cipriani: “ser tratados con educación… que la atención al usuario, al vecino sea desde el respeto”. Ese, más allá de la campaña distrital, es el enfoque que precisamente carece la política nacional. Se trata de educación, se trata de la persona. En toda mi vida electoral nunca había escuchado referir la importancia de la atención a las personas. En el sector privado, la atención al cliente es determinante, pero en política la regla es el conflicto, la polarización con polución la norma, pero la preocupación por el trato al semejante, ese es el milagro.

Sin duda esta campaña abre posibilidades. Más que otra aburrida presentación de candidato municipal está fue y puede ser la base sobre la que la derecha peruana pueda construir algo más beneficioso para todos. Porque un país sin derecha no es mejor que un país sin izquierda, ambas solo son importantes en tanto se enfoquen en lo que Cipriani resaltó en su discurso: el trato a la persona.  Y son los mayores los que mejor saben de la importancia de eso.

Bien por ti San Isidro. Que envidia que me das. Entretanto veamos si las cosas pasan para bien. Porque ya bastante mal estamos como país que ya aburre, y ya nos toca algo bueno.


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