Por: JAVIER VALLE-RIESTRA / El caos lleva al golpe

por | Ene 31, 2023 | Opinión

¡Atención! Ya lo hemos advertido en anteriores artículos. El Perú se encuentra en una situación caótica. La anarquía, ha tornado en inútil al seudo-Parlamento que no confirma la fecha de adelanto de elecciones y viven de espaldas a la realidad nacional; los demás poderes estatales están en una situación caótica y acéfala. El Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo, el Ministerio Público, el Poder Ejecutivo, todos se encuentran naufragando. Nadie los respeta ni los acata. La opinión pública democrática los condena.

Es una situación de tal naturaleza que, efectivamente, puede llevar a un Golpe de Estado militarista ultramontano, con la idea equívoca de anular la subversión en marcha, sea de las catacumbas o de la vida pública. Estemos alerta porque el día de mañana podemos hallarnos en que “el Comandante X se sublevó y anarquizó al país”, tal como fue con Sánchez Cerro en 1930, luego de apresar, encarcelar y dejar morir a Leguía, en celdas hediondas de la Penitenciaría de Lima. Nadie quiere escuchar esto, pero así será, si no fortalecemos institucionalmente nuestra llamada democracia, huérfana de lideres y sin partidos políticos.

El actual gobierno hemipléjico será sucedido por un régimen anárquico. Unámonos para salvar al Perú y salvar lo que llamamos “democracia”. No queremos dictaduras de ultraderecha ni de ultraizquierda, sino democracias más allá de izquierdas y derechas. De lo contrario, todos gritaremos “Vae Victis”. ¡Ay de las víctimas! Y esas víctimas seremos todos, los que creemos en la libertad con justicia social. Comencemos hoy y no mañana, ni pasado.

II

Pero, como la historia se repite, repasemos lo que dije hace tres lustros, sobre el caos y el presidencialismo que, en efecto, es la causa de Golpes de Estado. Veamos. Nuestras agnósticas masas se han vuelto golpistas en América Latina. No actúan en nombre de la revolución como antaño, pero están hartas del Estado y de sus gobiernos y los sistemas por más populares que sean el día de su elección; a los pocos meses son repudiados por los pueblos y arrastran en la caída al jefe de Estado y al Parlamento.

Pero eso lo ha generado el presidencialismo. Si introdujéramos el parlamentarismo no sería así. Italia tuvo una cuarentena de gobiernos de 1945 hasta acá, pero su democracia persiste incólume. Francia, España, Alemania son grandes democracias porque existe la posibilidad constitucional de la disolución del Parlamento y generar congresos que congenien con la opinión pública.

Pero, desgraciadamente, la ceguera de la casta política nos lleva a elecciones […] con un sistema constitucional unicameral y caótico en que los problemas vividos no serán reparados ni redimidos por esos comicios. Gane quien gane. Deberíamos despresidencializar la Presidencia de la República y optar por la parlamentarización del Perú para salvarlo de golpes y de la anarquía.

III

En 1994 se publicó un estudio de Juan José Linz, un español vinculado a la universidad de Yale, titulado The Failure of Presidential Democracy (La quiebra de la democracia presidencial). Sostuvo que las democracias latinoamericanas se habían derrumbado por carecer de sistemas parlamentaristas, que son más flexibles y se pueden adecuar a los vaivenes de la opinión pública. Arturo Valenzuela, uno de los que trabajara con Linz, afirmó que la democracia se habría salvado, en los días de Allende, si en esa época hubiera contado Chile con una democracia parlamentaria. […]

En esta hora  de patología de la globalización con su secuela de tráfico de armas, corrupción transnacional, terrorismo, pauperización de los pobres y enriquecimiento de las minorías, en que de los zapatistas en el norte, pasando por los indígenas en el Ecuador, los aymaras en el Perú, los simpatizantes de Antauro Humala y de las soluciones a cargo de las masas; los cocaleros y Evo Morales en Bolivia; los piqueteros en Argentina, repudian el presidencialismo imperante, resulta imprescindible un sistema parlamentarista.

Las masas son volubles y no se puede mantener la rigidez del “presidencialismo” en que quien gana las elecciones se lleva todo: la presidencia, los ministros, el Parlamento.

Sin diálogo vendrá, nuevamente, “El Año de la Barbarie”, como dría G. Thorndike.

(*) Jurista, exconstituyente, exdiputado, exsenador y excongresista de la República.


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