Por: Jorge B. Hugo Álvarez / Un interesante estudio llevado a cabo por la Dra. Betty S. Huarcaya Ramos sobre doctrina moral ligado a la economía escrita por Adam Smith, llamó poderosamente mi atención. En esta línea de reflexiones el insigne escocés no libraba la ética de la economía.
Muchos profanos concebíamos la idea, que el autor de La Riqueza de las Naciones, solo pensó y escribió sobre economía. Craso error, también versó sobre Filosofía, Estado y Derecho (Jurisprudence) en relación directa con la ética y la moral. Entonces, dio inicio a ese proceso de integración de los valores morales a la Economía. Por entonces, Adam Smith, veía la necesidad de sacrificar los intereses personales por el bien de la sociedad y del Estado.
Sin embargo, el insigne catedrático de Filosofía Moral de la Universidad de Glasgow pronto abandonaría sus teorías morales, para quedarse con sus doctrinas económicas castradas de lo esencial de su filosofía moral. Entonces, quedó en el pasado todo lo pensado y todo lo escrito sobre moral y ética del padre del liberalismo económico.
Si la ética y la moral son esenciales como la economía; el separarlos de la política, de la economía y del Derecho quebró el espíritu humano solidario. Quedó el utilitarismo, la conveniencia y el interés ultra individual de quienes manejan el poder económico y financiero de un país. Eso explica el empobrecimiento, el alma ruin que vive la economía, los negocios y los empresarios, cuando se alejaron de los valores éticos y morales. El Perú no fue la excepción a ello.
En razón a esta autoconciencia mal entendida y complacida, una parte importante de la clase empresarial peruana vio como algo natural usufructuar para sí, una economía libre social de mercado desligada de la ética y la moral. Por eso excluyó de los procesos económicos de libre competencia a otros actores emergentes de la sociedad.
Fue así, como empezó a controlarlo todo, financiando y corrompiendo, pero ocurre que controlando todo, debilitaba al individuo, la sociedad y al Estado, como de hecho ocurrió en Perú.
Los actuantes sanos en una economía libre de mercado no sólo constituyen fuentes de bienestar económico y social, sino también de moral y virtudes individuales. La moral no es un componente accesorio de la economía sino un componente esencial.
Por lo tanto, la integración de la moral a la ciencia económica posibilitará enfrentar y resolver de manera consecuente problemas como la justicia social, el desempleo, la pobreza y el bienestar.
De esa forma acercamos la economía, la producción y el mercado, al pueblo. El Estado debe cumplir su rol constitucional de garantizar y vigilar que el ejercicio de las libertades de empresa, comercio e industria no tenga que ser lesivo a la moral (Art. 59 Constitución).
Si el Estado deja a sus miembros en absoluta libertad para perseguir sus intereses económicos sin base moral y ética, los alienta para continuar en un círculo perverso que ya conocemos.
(*) Abogado penalista – Analista político